Capítulo 26: Preciosa.

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Cogió de sus labios el chicle para tirarlo a la papelera, encestando dentro. Luego nuestras lenguas siguieron enredándose impregnándome de su boca sabor a fresa, mientras apoyados nuestros cuerpos sin desnudar, bailaban en un vaivén como anticipación al sexo. El pupitre era pequeño, me incorporé, y nos abrazamos. Después me agarró de la cintura y me llevó a su mesa; la del profesor. Lucifer se puso de pie tiró de mi cuerpo y me subió hasta allí, yo me dejé caer. No me desnudó, ni yo a él. Lo que lo hizo una situación especialmente... brutal. Me acarició la piel abriendo con cuidado mis muslos, me bajó las braguitas y las medias a la vez, y me levantó la falda subiéndola a la altura de mi cintura. Los dos respiremos entrecortadamente.

—¡¡Dios!! —

—Así me llaman— contestó seductor.

—No es eso... Para— le dije tratando de separarlo con la mano.

—¿Por qué?— me cogió de la cabeza acomodándose a mí.

—Nos van a pillar—.

—¿Y qué? —

—¿Enserio? — Volví a empujarle, ahora el pecho— no tenemos tiempo para esto. — Miré el reloj de clase— ya quedaban veinte minutos.

No me hizo caso, metió las manos debajo de mi falda y sus dedos tocaron mi clítoris.

—Te van a sobrar diez minutos—.

—¿Qué? — Le miré e intuí que no íbamos a hacérmelo... no al menos de la forma que pensaba— ¿Qué vas a hacer? —

—Hoy vas a disfrutar solo tú. Quiero regalarte este placer—.

Movió los dedos en círculos y gemí.

—Sabes, nunca experimentaras esto con otra persona. No al menos de la forma en la que te lo puedo hacer yo—.

Al escucharle me abandoné por completo a todo lo que experimentaba mientras me acariciaba. Me estremecí y me incorporé para agarrarme a su cuello, quería sentirlo cerca pero él se agachó queriendo juguetear con su boca mis otros labios...

—No—.

—Está bien— susurró.

Entonces introdujo sus dedos en mi interior con un gesto muy masculino, primero uno, luego otro, después los movió en círculos y por último los introdujo los dos a la vez... exploté en un sinfín de sensaciones orgásmicas.

Dicen que el orgasmo femenino dura de entre 10 a 25 segundos, pues el mío fue más largo porque me dio tiempo a pensar en lo fácil que Lucifer hacía irme y el camino que recorrió esa chispa. Me encogí sin evitarlo y la explosión provocó un grito revelador de la estimulación que estaba sintiendo. Me sentí sensible, no sé por qué, puede porque mi cuerpo se debilitó enseñándome lo vulnerable que es a esos sobreestímulos.

—¿Ves cómo te iban a sobrar 10 minutos? —

Me levanté de la mesa y no quise ni mirarle, estaba avergonzada pues no sabía si lo que acababa de pasar era algo normal. ¿Qué le podía hacer? Sólo tenía dieciocho años recién cumplidos y estaba descubriendo tantas cosas de golpe, con alguien evidentemente muy bien experimentado.

Cuando por fin pude mirarlo, lo encontré sonriéndome de oreja a oreja.

— ¿Qué pasa? —

—Me encanta lo cambiante que puedes llegar a ser— lo dijo muy perverso— pasas de ser tímida, de darte vergüenza el sexo, a todo lo contrario.

—Bueno... eso es por tu culpa— le contesté vistiéndome rápidamente— a veces te veo ahí... a mí también me dan ganas de...— me mordí el labio mientras agachaba la cabeza.

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora