Capítulo 25: Esto es felicidad.

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Qué asquito de pelo tenía, todo enmarañado, revuelto e imposible de controlar. Me lo cepillé pasando la mano varias veces para aplastarlo, literalmente parecía un león, y realmente quería llevarlo suelto, así que tal cual lo tenía fui hasta la entrada del instituto pero fue imposible dejar mi melena al viento porque, en cuanto salí al exterior la humedad hizo de lo suyo y ya adiós al cepillado, al planchado y al sérum que me eché. Al final antes de entrar a clase opté por hacerme una cola rápida. No fui con Adán, ni siquiera me atreví a preguntárselo y él tampoco lo hizo. Pero eso no quitó que me preocupara por él, lo primero que hice al entrar fue mirar hacia su pupitre. Todavía no había llegado y no lo iba a hacer, porque ese día él no iría a clase.

Lo segundo fue pensar en Lucifer, no estaba segura de que lo vería en el instituto, nuestra despedida quizá fue demasiado precipitada así que no tenía ni idea de si volvería a ser el profesor de siempre.

Rosa me cortó el paso poniendo, literalmente, su cuerpo delante del mío, la miré y le regalé una sonrisa que me devolvió obligada. Seguía enfadada aunque lo quisiera disimular.

—Hola, Rosa—.

—Hola. Tía, tengo otro notición—.

La miré cariñosa, intentando comportarme como siempre y a pesar de ese "tía" tan ajeno a mí no la vi tan distante como pensaba que estaría.

— ¿Así? cuenta— dije poniendo la atención exageradamente.

— Mónica la de primer año—.

— ¿Mónica?— Me cuestioné ¿Quién diantres era esa? Desde luego que mi amiga se conocía a medio instituto y hablaba de ellos como si fueran conocidos de toda la vida.

— La cara verruga—.

Puse cara de indiferencia, pero seguí atenta a ver lo que me decía para hacerle ver que me interesaba. ¿Qué podía a hacer? era mi mejor amiga y le debí un poco de atención después de la que formé el sábado.

—Bueno pues resulta que está saliendo con Darío que dejó a Elena porque, ¡agárrate a la mesa!—vale, ahí va — esta le puso los cuernos con Pedro y Pedro a su vez era novio de Leticia. — Respiró para coger aire. — Total que ahora resulta que Pedro está con Elena y Mónica con Darío ¿Flipaste verdad?

— Ahh, si— engurruñé los labios esforzándome por comprendedla.

— Hacía tiempo que no tenía una noticia así— siguió eufórica— ¿A todo esto como estás del estómago? —

— ¿Del estómago? —

— Evi, ¿de qué va a ser?— ohh ese Evi, que alegría me dio escucharla llamarme así de nuevo.

— Claro, claro ya estoy mucho mejor, casi recuperada—.

— Me alegro. — ¿Hablaste con Adán?

— Así es—.

— ¿Qué te dijo?— se clavaron sus ojos expectantes y se sentó en la silla de Adán delante de mí. Tenía esa cara de chismorreo que usaba en éstas situaciones.

— Lo típico, que estaba preocupado—.

— ¿Le dijiste lo que te conté? —

— Sí—.

— ¿Y? —

— Nada— la verdad es que no me dijo absolutamente nada.

— ¿Nada? —me encogí de hombros.

— No me dijo mucho, solo que estaba preocupado y ahí se quedó la cosa, luego se tuvo que ir y me marché.

— Pues vaya, que final más aburrido— esbocé una sonrisa mientras ladeaba la cabeza.

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora