Capítulo 5: El Pacto sellado.

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Una sombra de alas negras se reflejaban en la pared al igual que lo hacían unos cuernos largos sobre su cabeza. Sin embargo, él aparentemente no tenía nada, a simple vista parecía un hombre normal y corriente.

—Que buenas vistas—Me atravesó el pecho descaradamente su mirada de pervertido, estaba tan atónita con la situación que no me acordaba de que estaba completamente desnuda. Alargué el brazo para atrapar la toalla del suelo y taparme como fuera necesario sin quitarle de encima el ojo. No me fiaba de él ni un pelo.

—Y dime... ¿para qué me has llamado?— pasaron unos segundos que a mi parecer fueron horas, pensando que debía decirle.

—Yo... yo. La verdad es que ya no me acuerdo— Dije temblorosa.

—¡Mentirosa! — Rugió.

—Es ver... verdad—.

—Mentir es pecado Eva—sacó la silla del escritorio y se dejó caer sobre ella.

Sabía mi nombre, no podía engañarle, todo parecía ser real y me estaba muriendo del miedo.

—Lo siento señor Lucifer, rey de las tinieblas. Fue una equivocación llamarle. Olvídese del hechizo— No sé por qué diablos dije aquello, ¿Qué quería conseguir? ¿Qué se marchase de rositas?

—Hace mucho tiempo que no me llamaban Lucifer— Se quedó pensativo sobre la silla.

—Ah, perdón... mejor ¿señor Satanás? —Pregunté descaradamente.

—Déjalo— Sonrió— Me gusta así... y bien, ¿me vas a decir que es lo que quieres o tendré que sacártelo por las malas?— Sus ojos rojos se clavaron en mi intimidándome. Me armé de valor y le contesté de nuevo.

—No quiero hacer ningún pacto.— Se quedó sereno sin aparentar ningún atisbo de que fuera hacerme daño. Es más se, levantó y cogió el resto de manzana para morderla.

—Llevo siglos sin probar este jugoso fruto de los mortales. Es delicioso—volvió a darle otro bocado—Me gusta sobretodo porque con él conseguí desterraros. Humanos, ¡inútiles humanos! ¡Que la gula os nubla!—dio vueltas delicadamente a la manzana con sus dedos mientras contemplaba su forma.

—¿Sabes cuál es mi pecado favorito?—

De pie sin inmutarme escuchaba sus palabras, no podía moverme estaba paralizada por la intensidad de sus ojos.

—No sé cuál es— le contesté, aunque mi cabeza estaba en otro lado buscando un plan para huir de allí.

—Piensa—.

—Puede ser la avaricia—Respondí.

—No—.

—¿Envidia?— negó con la cabeza.

—Ira, soberbia, pereza...— pronuncié angustiosa.

—Te falta uno.— Apenas me tapé con la toalla al saber el pecado, atravesó mi piel recordando para sí, cómo eran cada uno de mis lugares secretos. Le atraía, lo intuía.

—Lujuria— tragué saliva.

—Exacto—su labio se rizó—Por lo que veo es el único en el que no has caído—.

Escondí mi cara en mis manos.

—Eva, que voy hacer contigo... al igual que tu progenitora has caído en mi trampa. No sé cómo no te has percatado de la similitud de los acontecimientos—.

—¿De qué estás hablando?—se levantó de la silla y caminado hacia mí empezó a acariciar mi cabello.

—Tu número de piso es el 6. ¿Cierto?

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora