La Manzana Prohibida [TERMINADA]

Capítulo 21: Soy tuya Lucifer.

Os dejo aquí arriba la canción que me inspiré para escribir éste capítulo. Concretamente una escena que veréis a continuación. Tenía muchas ganas de que llegara este capítulo y espero que os guste.

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—¡¡Evi, felicidades!! —

Pasaron los días sin ver a Lucifer, me acostumbré intentando organizar mi agenda, tenía un retraso de apuntes que no era ni normal y además así mantenía mi mente ocupada. Hasta el día de mi cumpleaños. Rosa me llamó al teléfono para felicitarme, tenía muy buena memoria, a mí se me olvidó por completo que ya era ese día...

—Muchas gracias— agradecí mientras me rizaba con los dedos dos mechones de pelo.

—¿Te pillo en mal momento? —

—Mmm... no—.

—Vale, te recojo y lo celebramos—.

—¿Qué? No, no, no... no me apetece—.

—¿No vas a celebrar tus dieciocho cumpleaños?— preguntó cariñosa.

—No—.

—Eres una aburrida— contestó.

—Lo sé—.

—Venga, anda... tú y yo solas. Te vas arrepentir en un fututo—.

Ladeé la cabeza con desaprobación... era muy persuasiva.

—Venga vale. Tú y yo solas—.

—Genial, porque ya estoy llegando— colgó, Rosa ni se despidió, tenía más ganas de mi cumpleaños que yo misma—.

Me cambié de ropa rápidamente y me miré al espejo. No estaba mal del todo y así me iba a quedar, ella estaba a punto de llegar y no tenía demasiado tiempo para cambiarme. Sonó el timbre, dándome un repullo. Odiaba el sonido estridente de aquél telefonillo. Dejé el escritorio sin ordenar y fui a abrirle.

—Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz... —tarareaba Rosa con una botella en su mano y un regalo en la otra.

—Muchas gracias —le abracé.

—Por aquí tengo nuestra borrachera y por aquí una sorpresa—dijo señalando cada cosa.

—¿Lambrusco para emborracharnos? —

—Cariño, no hay que perder el glamour. ¡¡Venga abre tu regalo!!—cogió la botella y la descorchó al mismo tiempo que lo decía.

—¡¡¿Una pulsera de pandora?!! — tenía los labios entre abiertos de la impresión.

—Dime que no es preciosa ¿Te gusta? —dio un sorbo directamente de la boquilla.

—¡Si me encanta! —

—¡¡Venga vámonos que nos vamos de fiesta!! — alzó la voz eufórica empujándome para que saliera de mi piso.

Me esperaba una larga noche.

Tras esos días sin saber del demonio, en su ardiente y austero castillo, Lucifer reunió el máximo número de soldados que pudo. En las últimas horas recorría impaciente su enorme salón, esperando la llegada de Pereza. Su más fiel consejero estaba desempeñando el cargo de persuadir a la criatura más poderosa del infierno, Cerbero; un perro con tres cabezas y una serpiente por cola cuya labor era guardar las puertas del infierno al cielo, para que ningún ángel entrara sin permiso y al mismo tiempo, para que ningún espectro consiguiera salir de los infiernos. Ese ser, tenía mucha más fuerza que un ejército de dos mil soldados, era un arma de destrucción masiva. Difícil de domesticar pero sería su última esperanza si el pacto no se validaba. Le quedaban escasas horas para volver a verla y no sabía si podría consumirlo. Aunque su mayor peligro eran las ganas tan intensas de rodearla entre sus brazos...