PRÓLOGO

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Los múltiples olores atacaban sin piedad las fosas nasales de los presentes, que aunque estaban ya acostumbrados no dejaban de quejarse. La música resonaba en los altos parlantes de variados coches, creando un ambiente bullicioso y descontrolado. Lindas y jóvenes mujeres se paseaban de un lado a otro vistiendo solamente diminutos vestidos entallados y altos zapatos.

La noche aún era joven y todos allí estaban conscientes de ello. En aquel lugar solo había dos clases de personas, los corredores que estaban dispuestos a experimentar la adrenalina de una pista clandestina y claro está los admiradores, aquellos que simplemente acudían para poder codearse con personas importantes que pudieran pagarles al menos una noche de juerga.

Un joven de cabellos rojizos caminaba decidido, atrayendo la mirada de la mayoría de los presentes, las chicas enseguida le miraban de pies a cabeza, sonriendo perversamente al reconocerle y los hombres se limitaban a saludarle con un asentimiento de cabeza junto a un atisbo de sonrisa. Vestía unos pantalones de mezclilla de color azul desgarrados, dejando expuestos sus llenos muslos tatuados, camisa sin mangas blanca con estampado y sobre sus hombros una chaqueta color negro que hacia juego con sus zapatos.

Se decía que la noche no empezaba hasta que él llegase, el mejor corredor en el lugar, no dicho por él mismo sino por todo cuanto le conocía.

Justo a sus espaldas, tres chicos de distintas edades y personalidades se paseaban con altanería. Amigos de aquel extraño hombre de cabellera rojiza, estaban todos allí por la misma razón, ganar un poco de dinero sin hacer la gran cosa.

Todos ellos andaban con pasos firmes teniendo solo una meta en mira, Choi Dong Wook, uno de los mejores corredores y el actual rival del de cabello rojizo.

Habían llegado a sus oídos los rumores de una revancha por la última carrera perdida del castaño contra el dragón. Solo faltaba concretar una fecha para que la carrera se llevara a cabo y seguramente obtener la victoria.


—SE7EN...— escupió el sobrenombre como si el mero hecho de llevarlo en los labios le produjera asco. Mirando a los recién llegados desde el cofre de su auto, el aludido chasqueó grotescamente la lengua.

—¿A qué debo el desagradable honor?— frunció el labios, echando una mirada a sus espaldas, en donde su mejor amigo, Lee Soo Hyuk, se ponía de pie y se cruzaba de brazos.

—Rumores. He escuchado que quieres una revancha por la última vez.— el mayor rechinó los dientes, acto que no pasó desapercibido por ninguno de los acompañantes del menor, quienes se limitaron a sonreír entre dientes.

—Me alegra que te haya llegado el rumor. Sí, es cierto. Quiero la revancha.

—Perfecto. ¿Qué te parece ahora mismo?— el castaño se limitó a asentir.

—Me parece perfecto.— se acercó mientras extendía su mano, esperando así cerrar el trato, acto que el menor correspondió. Mera formalidad.— Ahora mismo está bien.— sonrió mientras comenzaba a darse vuelta dispuesto a subir a su auto.

—Pero hagamos esto aún más interesante. Pongo sesenta de los grandes sobre la mesa.— el castaño abrió los ojos sorprendido aun dándole la espalda. ¿Tanto? El dragón jamás apostaba tanto sino es que sabía que tenía la carrera prácticamente ganada— ¿Aceptas?


G-DRAGON estaba regocijándose con todo aquello, era bastante fácil notar los cambios en el mayor, las expresiones y las palabras no dichas. SE7EN era prácticamente un libro abierto y todos lo sabían. Estaba seguro que le ganaría, el castaño era bueno pero no tanto y lo mejor de todo aquello era que disfrutaba cuando le ganaba, ver la cara rabiosa en el mayor era una experiencia única, si podía alardear de algo era que solo él le había ganado. Sí, Dong Wook estaba un lugar por debajo de él, en segundo lugar y planeaba que las cosas se quedasen así.

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