CAPÍTULO 4

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La suave respiración de Seung Hyun acariciaba los vellos de la nuca de JI Yong, quien no podía apartar la mirada de ese par de esferas oscuras que le miraban detenidamente. La cuestión había sido echada fuera, pero él no sabía siquiera cómo empezar a responder eso.

—¿Quién eres tú?— había preguntado en un murmullo el mayor, logrando que el más delgado se preguntase lo mismo— ¿Ji Yong?

—Yo soy sólo lo que ves.— gruñó mientras intentaba apartarse, para verse entonces retenido por el mayor, quien le obligó a girarse y quedar frente a él.

—Yo veo muchas cosas, pero quiero saber lo que tú crees que eres.— su amplía palma se extendió a lo largo de la pálida mejilla, acariciándole como a la más preciosa de las joyas. El menor bufó toscamente— ¿Quieres saber qué es lo que veo? ¿Lo que yo creo?— sonrió— Creo que detrás de todo ese maquillaje, de esa ropa llamativa y de esa actitud de mierda, está un chico decente. Creo que el verdadero Ji Yong, es alguien que vale mucho.

—Estupideces.— intentando apartarse, Ji Yong se sorprendió al sentir cómo el mayor le sostenía de la cintura, atrayéndole a su cuerpo mientras le miraba con esos ojos oscuros e inquietantes— ¿Qué podrías saber tú de mí?

—Quizás no mucho. Como dije, es lo que creo que eres. Lo que yo puedo ver.

—Entonces, debes revisar tu vista.— sus palmas se extendieron por el amplio pecho de Seung Hyun, quien simplemente se quedó allí, observándole.

—¿Siempre eres así? ¿Evasivo?

—¿Siempre eres así? ¿Entrometido?— el mayor no pudo evitar sonreír. A pesar de todo, le gustaba esa forma rápida e inteligente que tenía el más chico para responder.

—Suelo serlo más...— sentenció mientras le miraba, notando como el pelirrojo mordía inconsciente su labio inferior.


Con respiraciones entrecortadas, se observaron durante incontables minutos. Los oscuros ojos de Seung Hyun delineaban cada fina y bella facción del pequeño pelirrojo, mientras éste a su vez no dejaba de mirarle. Y sin planear aquello, Seung Hyun se vio llamado por esos hermosos labios en forma de corazón. Se inclinó hacia adelante y observó el nerviosismo bailando en esos ojos color caramelo, ese mismo que fue remplazado segundos después por un inquietante anhelo.

Ji Yong tragó fuerte mientras veía al más alto acercándosele. Cerró los ojos, ansioso, sintiendo su corazón galopando fuertemente dentro de su pecho. Y el momento que ambos ansiaron, llegó como la más inocente y casta de las caricias.

Los labios de Seung Hyun se posaron suavemente sobre los contrarios mientras su mano sostenía la pálida mejilla; abrió los labios y entre ellos sostuvo el labio inferior de Ji Yong, quien suspiró quedamente. Nunca había recibido un beso como ese, sin prisas ni mucho menos intenciones de algo más.

Abriendo los ojos, Seung Hyun se separó apenas un par de segundos después, mirando al muchacho.


—¿Ji Yong?— escucharon del otro lado de la puerta a la madre del mayor, separándose enseguida.

—Pase...— autorizó mientras bajaba la mirada e intentaba estabilizar su respiración. La puerta se abrió entonces, dejando entrar a aquella hermosa mujer de cabello oscuro.

—¿Qué haces aquí, Seung Hyun?— la mujer frunció el ceño ante el tono rosado en las mejillas de su hijo.

—Conversaba con Ji Yong, mamá.— sonrió levemente— ¿Pasa algo?

—No.— dijo ella, no tan convencida— Solo venía a decirle a nuestro invitado que la cena está servida.— sonrió dulcemente— Anden. Sabes que a tu padre no le gusta esperar para cenar, cariño. Vamos, Ji Yong. —ambos asintieron mientras miraban a la mujer girándose. Apresurándose a salir, el pelinegro siguió a su madre, sólo para detenerse en la puerta al notar que el menor no le seguía.

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