CAPÍTULO 10

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No existía una explicación lógica para las sensaciones que martirizaban su corazón. Tenía la necesidad de confiarse plenamente en las manos de ese hombre, quien lo único que había hecho era ayudarle, sin embargo, tenía miedo, miedo de hacerle daño, de causarle problemas y de verlo sufriendo después. Le aterrorizaba la idea de saber que en algún punto, por su egoísmo, el pelinegro saliese dañado.

Alzando la cabeza, encontró la sincera mirada del mayor, quien se dedicaba a acariciar su mejilla con el dorso de la mano, paciente por una respuesta. Mordisqueándose los labios, asintió gentilmente mientras sentía los latidos de su propio corazón retumbando en sus oídos, como el fuerte y constante golpeteo de un tambor.

No había otra cosa que deseara más que poder dormir en paz por la noche, sin tener que preocuparse de que alguien se aprovechara de su condición y lo arrastrara a las más ruines bajezas. Deseaba febrilmente la tranquilidad que había experimentado aquella noche, cuando durmió entre los brazos de ese mismo hombre, quien no le pidió nada a cambio, al contrario, le ofreció todo lo que tenía e incluso estuvo atento a sus escuetas confesiones.

Mirando con repentino interés, el menor inspeccionó a las personas a su alrededor, cerciorándose de que aquello no fuese una treta y de un segundo a otro todo terminara por derrumbarse como una cruel mentira que se burlaría en su cara. Temía que todo fuese una especie de retorcido plan de Hoon para darle una de esas lecciones que siempre terminaban por destruirle un poco más cada vez. No encontró a nadie mirándoles. Parecía como si ambos no fueran de importancia para las personas presentes.

Seung Hyun no había creído que fuese tan sencillo convencer al bello hombrecillo de seguirle. Sabía que se encontraba mal, exhausto incluso, pero no había creído que tanto.

Abandonando el lujoso centro comercial, el mayor lo condujo hasta el estacionamiento y lo invitó a ocupar el asiento del copiloto, fue entonces que notó el nerviosismo en el castaño. Mirando más cerca y sin tener la emoción del momento a flor de piel, se dio cuenta de lo demacrado que lucía. Tenía las cuencas de los ojos hundidas, la mirada empañada y los labios resecos. Parecía como si fuera un poco menos cada vez que lo encontraba.

Alargando la mano, estrujó con afecto la estrecha rodilla, notando enseguida cómo el menor alzaba la cabeza y le miraba con sorpresa. Sonriendo, se inclinó lentamente y con justo atrevimiento, dejó un gentil beso sobre la pálida frente. Aún no entendía la razón pero, sentía la necesidad de resguardarlo, como si de esa forma estuviese redimiéndose.

Durante el transcurso, ninguno de los dos pronunció palabra alguna, de hecho no lo habían hecho desde que habían salido del centro comercial. No parecía haber nada que decir. El más joven ni siquiera sabía a dónde se dirigían, pero estaba completamente seguro de que el lugar que fuese, sería mucho mejor que estar al lado de Hoon.

Debido a su reciente puesto en el hospital, Seung Hyun había decidido rentar un departamento cercano a su lugar de trabajo para evitar tener que ir de vuelta a casa de sus padres cada que terminaba su guardia. Al principio su madre había estado reacia a la idea, sorprendiéndolo, sin embargo, había sido firme en su decisión, y con ayuda de su padre había podido convencerla.

No se trataba de algo ostentoso, sin embargo, era un lugar en donde estaba seguro de que ambos podrían estar en paz el tiempo suficiente hasta convencer al castaño de enfrentar a su familia, porque aunque no sabía las verdaderas razones que había tenido para huir, estaba completamente seguro de que podrían solucionarse.

Llegando al edificio departamental y luego de llegar hasta el piso correcto, Seung Hyun tuvo la cortesía de dejarle entrar primero, estando atento a la reacción que el joven tendría. No había pensado en nada, ni siquiera en preguntarle sobre sus objetos personales pero sabía que podrían resolverlo después.

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