CAPÍTULO 14

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Muchas veces creemos que nuestras memorias permanecen como simples recordatorios de nuestro pasado, sombras difusas de lo que una vez vivimos, personas que conocimos y sentimientos que experimentamos. Pero las memorias son algo más complejo, se trata de experiencias que dejan una huella, que marcan una profunda pauta para futuras acciones. Las memorias que permanecen con nosotros son aquellas experiencias que significaron más de lo que incluso somos capaces de aceptar y tolerar.

Mirando un punto inespecífico en la habitación, Seung Hyun se mantuvo ignorante al ruido proveniente de la televisión, mismo que parecía ambientar la amplia y desordenada sala de su departamento. Mientras se relamía prontamente los labios, permitió que la botella de cerveza medio vacía que yacía en su mano se deslizara de entre sus dedos, consiguiendo que el trasparente liquido se derramara sobre la sucia alfombra. Cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, se mantuvo impasible mientras que una solitaria y agria lágrima se deslizaba por el contorno de su mejilla.

Todo a su alrededor parecía más nítido. Los sonidos le parecían más estridentes, las risas más exageradas y las imágenes más vivas. Girando sobre su propio eje, miró a su alrededor mientras veía cómo las personas que lo rodeaban parecían ir y venir con torpeza, bailando y riendo sin ningún tipo de coordinación, moviéndose como si sus extremidades estuviesen acalambradas.

Riendo estúpidamente, caminó con lo que él pensó sería un porte galante hasta conseguir llegar hasta una de las esquinas más alejadas, en donde en completa soledad, se encontraba una alta joven de bonitos rasgos tradicionales. Con largo cabello color bronce recogido en una alta coleta, ligero maquillaje y vistiendo un conjunto casual, la señorita parecía perdida y terriblemente fuera de lugar entre todos aquellos adolescentes descarriados, incluido él.

—Por favor, vámonos...— le escuchó decir, lo suficientemente fuerte como para hacerse escuchar por encima de la estridente música— Mi madre no para de llamar, y la verdad es que sé que me meteré en problemas.

—Pero si casi acabamos de llegar. — consiguió articular, dejándose caer al costado de la muchacha, echándole entonces el brazo sobre los hombros.

—Dijiste que se trataba de una fiesta pequeña, no de esto...— gesticuló, señalando el deplorable lugar en donde se encontraban, con las luces de colores tintineando y las paredes descarapelándose.

—No hubieses venido si te decía la verdad...— rio estúpidamente, inclinándose sobre la incómoda muchacha— ¿Por qué no te relajas, damita triste?

—¡No quiero relajarme, quiero irme!— respondió, molesta— Y ya te he dicho que no me llames de esa forma, mi nombre es Mina, Seung Hyun.

—Necesitas divertirte, cariño...— sonriendo, la miró a los ojos, notando cómo ese par de esferas de caramelo lo observaban suspicaces— Necesitas a alguien que te enseñe que la vida no se trata solamente de las clases a las que tu madre te obliga a asistir. Debes tener tiempo para ti misma, y para los demás...

—¿Qué? — inquirió con confusión, viendo cómo el de cabello negro se acercaba más a ella, mirándola como si fuese lo único presente en la habitación, y apenas dándole el tiempo suficiente para soltar un jadeo de sorpresa, acaparaba su boca con decisión. Disfrutando de sus inexpertos labios, la hizo cerrar los ojos cuando comenzó a invadir su boca.

—Sabes tan bien...— elogió él, recorriendo con sus labios el grácil cuello de la muchacha, sintiendo cómo ésta lo sostenía de los hombros, tratando de alejarlo débilmente.

—Seung Hyun, por favor, no hagas esto...— jadeó cuando una de las amplías manos se escabullía entre sus piernas, por encima de la tela de sus jeans, acariciándola en aquella zona que ni ella misma se atrevía a complacer— ¡Seung Hyun, por favor!

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