CAPÍTULO 6

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Sus parpados se entreabrieron apenas lo suficiente como para que sus retinas apreciaran el ligero destello de la luz a su alrededor. Desorientado y con el estómago revuelto, se irguió torpemente, apoyándose sobre sus palmas extendidas mientras sentía cómo la sábana se deslizaba de sus estrechas caderas desnudas.

Frunciendo el entrecejo, se levantó de la espaciosa cama de sábanas de satín, sintiendo de pronto cómo sus piernas flaqueaban ante su propio peso. Gruñendo, inclinó la cabeza hacia abajo mientras sentía cierta resequedad entre sus muslos, encontrando secos hilos de sangre manchando su pálida piel, combinados con una especie de viscoso líquido blanco. Cerrando los ojos, permitió que los recuerdos de la noche pasada atacaran su cerebro como fuertes relámpagos, atrayendo una fuerte punzada agonizante a la parte izquierda de su cabeza, así como también a la parte posterior de su ojo.

Sintiendo la resequedad en su boca, tomó del alfombrado piso una medio vacía botella de cerveza, bebiendo necesitadamente de ella, y gruñendo insatisfactoriamente ante la creciente necesidad de sustento.

Con pasos torpes y yendo completamente desnudo, salió de la espaciosa y lujosa habitación, internándose en un largo pasillo bien iluminado gracias a la luz solar que se filtraba a través de los cristales de las ventanas que parecían estar en otro espacio abierto.

Incesantes recuerdos llegaban a su mente tan rápido que incluso se veía obligado a cerrar los ojos y presionar su palma contra las cuencas de sus ojos. Se sentía fatigado y de una extraña manera, vacío. Una inquietante ansiedad atacaba su sistema gradualmente mientras se sumía en esa realidad que él mismo había elegido. Por momentos simplemente pensaba en renunciar a sus ideales, y regresar a la casa de sus padres para abandonarse en sus manos y permitirles arrojarlo en donde quiera que deseasen. Sin embargo, después le llegaba una repentina esperanza que le hacía querer seguir buscando un poco de luz en su camino.

Lamiendo sus labios nerviosamente, consiguió escabullirse hasta la bien amueblada sala, encontrando en ella a aquel hombre de piel morena, quién yacía cómodamente sobre el sofá principal, vistiendo nada más que unos holgados pantaloncillos deportivos. Acercándose lo suficiente como para llamar su atención, se vio obligado a encogerse en sí mismo ante su pesada mirada.

—Así que eres de los tiernos gatitos que caen rendidos después del sexo...— se burló el mayor mientras la comisura de su labio se alzaba ligeramente y sus esféricos ojos se paseaban descaradamente por el cuerpo desnudo frente a él, memorizando cada curva y pliegue— Y al parecer no tienes problema alguno con tu cuerpo.— señaló, refiriéndose a la falta de vergüenza ante la desnudes.

—No veo la razón de cubrirme cuando anoche ya has disfrutado de mi cuerpo.— respondió con simpleza mientras alzaba uno de sus estrechos hombros con desinterés.

—No fui el único que disfruto, y lo sabes...— señaló poniéndose de pie, quedando frente al más bajo. Inclinándose lo suficiente como para que sus ojos estuviesen a la misma altura, se atrevió a sonreír abiertamente— Estuviste ronroneando y sosteniéndote de mí todo el tiempo, incluso aún puedo sentir el escozor de tus rasguños en mi espalda.

—Quizás así es...— aceptó mientras rodeaba al más robusto y apreciaba los finos y cortos rasguños rojizos que adornaban la ancha espalda— ¿Qué fue lo que me diste, Rain?— exigió con voz dura mientras sus cortas uñas se emparejaban con las marcas.

—Un pequeño dulce...— gruñó girándose lo suficientemente rápido como para tomar desprevenido al más bajo. Tomando entre sus manos las delgadas muñecas, jaló hacia su cuerpo al joven corredor, sintiendo cómo aquella parte de la anatomía de Ji Yong se sacudía contra su muslo cubierto— Y tengo más de ellos.

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