Seung Hyun parpadeó lentamente, aún aletargado por el sueño mientras trataba de acostumbrarse a la brillante luz entrando por la ventana. Suspirando profundamente, sonrió lentamente mientras escuchaba un gentil ronquido proviniendo del chico que yacía dormido sobre su pecho. Mirando con deleite, encontró al joven de cabello castaño yaciendo impasible, con los labios entreabiertos y una de sus manos empuñada bajo su barbilla. El delgado cuerpo casi cubría el suyo, e incluso una de las largas piernas de piel pálida estaba enredada entre las suyas. Escuchó el ronquido otra vez.
Habían pasado casi nueve meses desde que había confesado su amor por el muchacho, y él los sentía apenas como un par de días. Nunca imaginó que su vida podría ser así. Si cuando era más joven deseo tener una vida llena de comodidades materiales, junto con una compañera pacifica, ahora mismo no podría estar más feliz de que su vida haya tomado otro rumbo. Sonriendo, acarició los castaños cabellos mientras con su mano libre rodeaba la estrecha cintura. El muchacho apenas y vestía unos cortos calzoncillos de licra negra junto con una holgada camiseta de manga corta, en cuanto a él, simplemente llevaba unos pantalones de chándal grises. No podría imaginar un momento más íntimo.
Mañanas como aquellas eran la prueba de su excelente suerte. Despertar al lado de la persona que amaba, libre de poder admirar la exquisita belleza. Y, sobre todo, sentir el gusto por ver al lindo joven yaciendo contra él, completamente tranquilo. No mentiría, sí había algunas veces en que el muchacho se despertaba a mitad de la noche, llorando, sudoroso y con el cuerpo temblando; sin embargo, esas ocasiones comenzaban a ser menos frecuentes.
—Un beso por tus pensamientos...— escuchó de pronto el médico. Mirando justo al par de ojos color caramelo, no pudo evitar sonreír ante la maraña de cabellos castaños que se alzaba en la cabeza del muchacho.
—Que sean dos y quizás te lo diga...— aquello consiguió arrancar una carcajada del joven.
—Eso suena justo...— declaró mientras se estiraba y besaba cada lado de los labios del pelinegro, quien frunció el ceño juguetonamente.
—Y eso es trampa.
—Jamás dijiste que fuera en los labios. — sonrió mientras se estiraba perezosamente y ronroneaba como minino. Mirándolo, finalmente se irguió en la cama y consiguió sentarse, viendo al mayor hacer lo mismo mientras se recargaba contra algunas almohadas y el cabecero— ¿No deberías comenzar a prepararte para ir al trabajo?
—Quizás...— alzó la mano tan sólo para acariciar la tersa mejilla contraria— Aunque me gustaría más quedarme aquí contigo.
—Lo sé, soy irresistible. — bromeó, echándose sobre el cuerpo del más grande. Sonriéndole, se inclinó para dejar un gentil beso sobre la clavícula derecha— Pero recuerda que yo debo ir a presentar algunos papeles a la universidad. No quiero perder más tiempo.
—Jamás imaginé que quisieras estudiar psicología. Aún no entiendo la razón.
—Quiero poder ayudar a más niños que como yo se ven forzados a cumplir ciertas expectativas. Quiero ayudarlos para que entiendan que no es culpa suya si las cosas no suceden tal cual se les es exigido. — sonrió— Es difícil de explicar, pero quiero que otros entiendan que se tiene que dejar ir el dolor para darse cuenta de que existe un mundo afuera que los espera.
—Tienes un corazón de oro, Ji Yong.
—No, tan solo me gusta creer que lo que me pasó puede servir para ahorrarle el martirio a alguien más. — apenas dijo aquello, sintió los labios del mayor sobre los suyos, e instantes después, escucharon a alguien tocando. Sin esperar por una respuesta, la puerta se abrió delante de ellos y por ella entró una alta mujer vestida con un bonito conjunto de saco y pantalón en color perla.
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ESTÁ PROHIBIDO ENAMORARSE
FanfictionKwon Ji Yong es un hombre rebelde, irrespetuoso y dueño de un profundo resentimiento que le carcome desde el interior. Podrido desde la médula, está dispuesto a corromper hasta el ángel más inocente que pueda cruzarse en su camino. Sin embargo, exi...