Expiación de culpa, la verdad sale a la luz

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Ambos combatientes llegaron al templo sagrado y éstos fueron recibidos por todos: Que gusto daba volver a ver al namekusei sano y salvo. Había que reconocerlo, la etherion tenia agallas y ahora que los veían juntos, debían admitir que hacían una linda pareja

Los terrícolas (mas bien las féminas) se encontraban hablando entre ellos, algunos jugando al póker y otros entrenando mientras que el resto de los guerreros Z se encontraban reunidos en las escaleras del templo que conducían a la habitación del tiempo hablando entre ellos. Kami Sama ponía a Piccolo al tanto de lo sucedido

-Entiendo...- alcanzó a decir el nameku- en otras palabras, nadie puede ponerle un dedo encima a Zira

-Asi es...- resopló Goku- por el momento lo que podemos hacer es esperar...

-¡Rayos!- se quejó molesto

-Oye nameku- le llamo Vegeta, éste le miro de reojo- deberías darles las gracias a tu novia ¿No crees?- le sugirió con cierto deje de burla señalándole a la chica quien estaba hablando con Herion a unos cuantos metros

-¿Disculpa?- algo escéptico

-El papá de Trunks tiene razón Sr. Piccolo- empezó Goten- después de todo, ella fue quien lo salvó y lo trajo de vuelta

-¡Hmp! Nadie la obligó a hacerlo- se defendió cruzándose de brazos

-¡Vaya forma de dar las gracias!- le replicó molesto el otro niño- la pobre estaba angustiada por usted... ¡Incluso estuvo llorando!

Aquello no pasó por alto para el namekiano... ¿Escuchó bien? ¿Dijo que estuvo llorando... Otra vez por él? No pudo ocultar su sorpresa momentánea pero pronto adquirió su expresión normal. Con solo verla, de pronto su mente desfiló la imagen de ella dándole un beso y sintió su corazón palpitar aún más rápido.

-¿Sr. Piccolo?- le llamó su alumno

-No es nada Gohan- dijo para tranquilizarlo

Se sentía confundido: no conocía a Herion pero tampoco le caía mal, de hecho no le molestaba que pasara el rato con ella. Era algo completamente comprensible. Sin embargo, se sentía un poco desanimado de que él se le hubiera adelantado. Pensaba que debía hablarle y pasar rato con ella. De alguna rara forma sentía que estaba en deuda. Por otro lado, se encontraba impaciente por que sus vidas volvieran a la normalidad.

Sería extraño volar hacia la cascada sin estar topándose con ella por las mañanas ya sea entrenando o jugar quitándole su turbante. Se había acostumbrado a entrenar o meditar mientras ella se paseaba de un lado para el otro sin hacer el menor ruido posible para no molestarlo o que incluso le pidiera salir a pasear para comprobar su velocidad en el vuelo. No se había dado cuenta de lo mucho que había cambiado las cosas...

Y por primera vez en su vida, había encontrado algo más divertido que dedicar horas diarias a sus entrenamientos y meditaciones.

Tambien se le había hecho rutinario, pero no desagradable, el hecho de levantarse temprano para ir a entrenar juntos cerca de la cascada. Lo cierto era que en un primer momento le había resultado sumamente molesto. No solo ella no era talentosa como toda la gente con la que estaba acostumbrado a rodearse, sino que tampoco tenía el más mínimo interés, por lo que se hacía frustrante para ambos. Sin embargo, con el tiempo habían encontrado un equilibrio perfecto para poder cumplir con sus deberes.

Kentaro miraba disimuladamente a Piccolo, quien miraba el suelo con la mirada perdida, hundido en sus pensamientos. Sentía algo de pena por él.

Sabía que su hermana no lo miraba como lo hacía con cualquier otro. Con él era distinto, y era una mirada que iba mas alla de ser admiración o respeto. Por otro lado, el nameku era una persona que ocultaba muy bien sus sentimientos, por lo que le ha sido difícil saber si correspondería al amor de Kalula. Sin embargo, hubo varias pistas que le hicieron afirmar su teoría. Él la protegía más de lo que había hecho alguna vez por una persona. Sin embargo, no podía estar seguro de la respuesta de Piccolo.

El primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora