Escape de Meiousei, un golpe de suerte

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El viento fuerte y helado soplaba meciendo las cabellera de ambas mujeres y la capa blanca del guerrero, quien observaba la escena cruzado de brazos y con una expresión seria.

Zira pronto se dio cuenta que se estaba conduciendo a un acantilado. No tendría otra salida que no fuera la muerte. Tragó saliva, estaba asustada y pensaba que era demasiado tarde para arrepentirse. Se dio la vuelta rápidamente y vio que Kalula se acercaba a ella, con paso lento pero firme y aspecto seguro, secundado por Piccolo unos cuantos metros atrás.

La Darkathan retrocedió peligrosamente unos pasos como respuesta, encogiéndose por el miedo y el dolor. Su pie había estado tan cerca del borde que incluso unas piedritas cayeron al vacío.

Intentó defenderse lanzándole ondas de Ki de forma precipitada pero sus ataques eran repelidos por una especie de escudo protector invisible que protegía a la peli verde, la cual seguía avanzando sin inmutarse

-¡ESPADA DE LUZ!- gritó la peli negra. Kalula detuvo el ataque con una sola mano sin el menor esfuerzo.

Se había tensado. No sería para nada bueno si decidia tirarse y mucho menos que se cayera. Tenía que moverse con cuidado con su otro yo. Continuó avanzando hasta quedar a la distancia de un metro, aquella chica lucía tan miserable: tenía rasguños por todas partes, incluso un tajo surcaba en su rostro. Sus heridas eran grandes y profundas. Las piernas le temblaban y apenas podía mantenerse en pie. No tenia que ser una gran adivina para saber que estaba muerta de miedo. Lucía como un ciervo aterrado que había sido acorralado por un tigre

Sin saber por qué, la etherion tenia un semblante intimidante para Zira que se dejó caer de golpe, poniéndose de rodillas. La joven se hincó un poco y cuando notó como su mano se le acercaba, cerró los ojos con fuerza esperando un golpe llevando una mano a su pecho pero inesperadamente, sintió... Suavidad, una caricia en su cabeza que terminó en sus cabellos negros.

Extrañada, volvió a abrir sus ojos con sorpresa encontrándose con unos orbes azules que la miraban con cierta lástima.

-Tú eres parte de mi...- inquirió en un hilo de voz

Zira parpadeó un par de veces

-El pesar de culpa que me siguió en todos estos años, tras aquella terrible pelea...

Por un efímero segundo, recordó aquella batalla de su padre que la había marcado para siempre...

La joven se arrodilló hasta quedar a su altura, la tomo de sus hombros y la abrazó sin decir nada más. La peli negra permaneció inmóvil por unos segundos y bajó la mirada dejando aflorar unos pequeños brotes en sus ojos.

Ambas se separaron unos centímetros, Kalula la miraba con una mirada compasiva y una dulce sonrisa en sus labios mientras que Zira la miraba afligida y con ojos vidriosos

-Yo me encontraba sola...- empezó a decir la darkathan- Busqué por todas partes pero no pude encontrarte... Estaba llorando sola en medio de la lluvia esa noche... En ese entonces, apareció mi padre Akuma... Me dijo que siempre estaría conmigo y me cuidaría- sus lágrimas comenzaron a caer- tambien que siempre me iba a amar y proteger...

-Lo siento, lamento que te hayas sentido sola...- musitó con voz apagada

Volvió a abrazarla, el cual esta vez fue correspondido y sin poder evitarlo, los ojos rojos de Zira se le llenaron de lágrimas y pese a que intentó contenerlas, pronto empezaron a escurrírsele por su rostro de forma irremediable. Lloraba dejando salir todo el dolor y la ira que la invadía en ese momento, víctima del engaño.

La joven no dijo nada, la abrazó aferrándola fuertemente en señal de consuelo. Se mantuvieron así, dejando que su otra mitad ocultara su rostro y se aferrara a la tela de sus ropas con sus propias manos.

El primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora