-Narra Malú-Me vestí rápidamente y al momento Pastora me mandó un mensaje:
'Voy a ducharme, Vanesa está sola en el sofá. Corre, ven'
Cogí el coche y llegué pocos minutos después. Me quedé en frente de la puerta, parada, no sabía si iba a hacer en bien en no contarle todo lo de Aida primero... Me armé de valor y toqué el timbre.
-¿Quién es? -preguntó Vanesa al otro lado de la puerta.
-Soy Malú.
-¿Malú? -Abrió rápidamente y sonrió, y antes de que pudiera decirle algo se abalanzó sobre mí y me abrazó.
-¿Y Pastora? -pregunté para romper el silencio aunque ya sabía dónde estaba.
-Está duchándose, ven, entra -tiró de mi mano y cerró la puerta. Nos sentamos en el sofá y entrelazó sus manos con las mías mientras seguía hablando:
-Tienes que contarme lo de Aida.
-Eh... sí... Pues le dije que estaba enamorada de alguien per...
-¿Estás enamorada de mí? -me interrumpió y sonrió, y entonces no pude seguir, no podía alejarme de ella.
-Sí.
-Bueno, ¿Y qué te dijo?
-No prefieres... -me acerqué a su cuello y le susurré- que... -fui a sus labios- hablemos mañana de esto?
-Joder... si me vienes así, ¿cómo te voy a decir que no? -rió y acercó sus labios los milímetros que quedaban para juntarlos con los míos, empezamos a besarnos vistiendo la locura de amor, Vanesa paseaba sus manos por mi cuerpo hasta que Pastora nos interrumpió:
-Veo que lo habéis arreglado... -sonrió mientras bajaba por las escaleras. Enseguida me aparté de Vanesa y le negué con la cabeza a Pastora para que supiera que no le había contado nada, pero Vanesa empezó a preguntar:
-¿Qué? ¿El qué tenemos que arreglar?
-El sofá, tontas -mintió y yo suspiré mientras esbozaba una falsa sonrisa.- Bueno, va, ¿Cenamos? -Asentimos, la comida ya estaba lista y sólo quedaba ponerla en la mesa. Hoy tocaba ensalada, las tres estábamos yendo al gimnasio para adelgazar y era lo mejor.
En mitad de la cena, mientras hablábamos de nuestras cosas, Vanesa deslizó poco a poco su pie por mi pierna hasta llegar a mi punto débil, yo la miré desafiante, cogí su pie y lo llevé directo a mi sexo y entonces ella se apartó. No esperaba eso de mí y me sonrió.
Y entonces supe que debía contárselo ya, que si esperaba más la cosa después sería peor.
Pero no podía, se había convertido en necesidad esto de verla todas las mañanas, de abrazarla, de besarla, de ser felices. Se había convertido en necesidad quererla...
-¿Malú? -dijo Vanesa mientras chasqueaba sus dedos delante de mis ojos.
-Sí, sí, dime. -Respondí mientras mis ojos parpadeaban.
-¿Qué te pasa, cariño? -cogió mi mano.
-Nada -le sonreí mientras me acercaba a sus labios y dejaba en ellos un beso suave. Al separarnos ella sonrió y me susurró un 'luego me cuentas'.
Cenamos, vimos alguna que otra película y pasamos la noche entre risas, aunque mi cabeza sólo se centraba en cómo decirle a Vanesa lo de Aida.
Estábamos ya tumbadas en la cama, una de matrimonio en la que cabíamos las tres y que era muy cómoda. Pastora ya se había dormido y entonces Vanesa aprovechó para tumbarse a mi lado:
-Me tienes preocupada, Malú. -Deslizó sus dedos por mi boca, contorneando los labios, los aparté y la miré.
-Tenemos que hablar...
-¿He hecho algo? -preguntó preocupada. Me reí por su cara, estiré de sus brazos y la coloqué tumbada encima mía.
-Me has reconquistado pero...
-¿Si? -me interrumpió antes de que pudiera acabar- Entonces... ya puedo... -Acercó su boca a mi cuello dejando un recorrido de besos al mismo tiempo que bajaba su mano por mi cintura hasta llevarla debajo de mi pantalón, directa a mi zona húmeda. Me estremecí, se mordió el labio y empezó a masajear mi zona mientras con su mano tapaba mi boca para que Pastora no pudiera oírnos.
-Va...ne -suspiré mientras le sacaba la mano de mi pantalón y susurraba- aquí no...
-Ven... -Se levantó, tiró de mí y fuimos dando tumbos hasta llegar al baño y cerrar la puerta.
Me cogió de la cintura y me colocó encima del lavabo, abrió mis piernas y colocó sus caderas en medio de ellas. Me encantaba que llevara el control pero ya iba siendo mi hora, me acerqué a ella, le mordí el labio y mientras desataba su locura le iba quitando cada pieza que ocultaba su cuerpo y ella iba haciendo lo mismo conmigo.
-Te he echado de menos -Dijo Vanesa entre suspiros, toda nuestra ropa ya estaba en el suelo y cada roce con ella hacía que me estremeciera.
-¿Me prometes una cosa? -llevé mis manos a sus labios y la miré mientras los masajeaba- Nunca, pase lo que pase, te alejes de mí...
-Si no me das motivos, Malú, no me alejaré de ti. -Sonrió y yo esbocé una falsa sonrisa, un motivo para que se alejara de mí era que me había besado con otra justo el día anterior... Pero dejé de pensar cuando Vanesa se abalanzó sobre mí, volvió a besarme mientras sus manos hacían suya mi yo, y me fundí en ella. Y luego, ella en mí. Y ella y yo, en una sola.
-A la mañana siguiente-
Vanesa y yo volvimos a la cama después de nuestra noche de locura en casa de Pastora, así que las tres nos despertamos tumbadas juntas.
Nada más abrir los ojos, Malú se abalanzó sobre mí, me abrazó y me dió un pico. Sonreí pero Pastora cortó nuestro momento:
-Vamos a desayunar, tortolitos.
-Yo no -me adelanté- tengo que irme ya a la discográfica, hoy tenemos que arreglar muchos planes.
-¿Te llevo? -preguntó Pastora, yo asentí pero entonces Vanesa se interpuso:
-No, te llevo yo. -Me guiñó el ojo y sonrió- Además le tienes que contar lo de Aida. -Mi sonrisa se borró de mi rostro, asentí con la mirada perdida y ambas nos despedimos de Pastora con un abrazo.
Entramos en el coche, me cogió de la mano y me susurró:
-Malú, ¿lo que me tienes que contar es malo? No sé, te veo mal. Como si me ocultaras algo que tenga real importancia...
-Vane... cuando llegue a casa, ¿vale? -asintió, yo bajé la mirada mientras ella me daba un beso en la mejilla y me tranquilizaba.
-Voy a estar pase lo que pase, no podría vivir sin ti. No lo olvides, ¿vale? -Y entonces me giré y clavé mis ojos casi cristalizados en los suyos, y al verme así no pudo evitar quitarse el cinturón y abrazarme con todas sus fuerzas, cerré los ojos y me sentí la más refugiada del mundo.
Poco después llegamos a la discográfica, Vanesa bajó conmigo para acompañarme a la puerta aunque le dije que no era buena idea, pues ni mi hermano sabía que habíamos 'vuelto'.
-Me da igual que no lo sepan -llevó sus manos a mis mejillas y deslizó sus dedos para quitarme las lágrimas que por el camino había dejado.- Después pasaré por tu casa y me lo contarás, ¿vale? Quiero que estés bien, y además quiero volver a verte ya de ya -acercó su cara a la mía, me miró los labios, cerré los ojos y ambos chocaron en un impulso de amor. Luego la abracé, y entré.
No quería ni pensar que ese pudiera ser nuestro último beso o nuestro último abrazo. Esta tarde, por fín, se sabría toda la verdad.