Capitulo 6

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~1 DE JULIO~

-Así, si que estoy cómoda. -Dije apoyando la espalda en su pecho. Rodeó mi cintura y la barriga con sus manos.

-Está bien. ¿Qué has hecho hoy?

-Nada nuevo. La misma rutina de siempre.

-Oh, siento ser parte de tú rutina...

-No lo decía por ti, bobo. -Reí por lo bajo para entrelazar nuestras piernas. -Ya sabes, desde que acabé la universidad no hago gran cosa.

-¿Y que quieres? ¿Trabajar?

-No puedo... Por ahora.

-Entonces cuando puedas, te daré un trabajo.

-¿Si?

-Claro. ¿No eres mi novia? -Asentí a pesar de que no podía verlo a la cara. -Pues ya está, princesa. ¿De qué te gustaría trabajar?

-No tengo ni idea. -Respondí riendo para poner mis manos sobre las suyas. -Sabes que estudié literatura, pero no creo que en tu empresa haya algo relacionado con eso...

-Pues la verdad que no... -Lo sentí reír y una pequeña punzada me invadió el costado haciendo que diera un pequeño gritito. -¿Qué pasa?

-Jude... -Otro dolor. -Creo que le gusta tu voz...

-¿En serio? -Moví su mano más o menos hacia un costado de mi barriga.

-Di algo, Dami.

-¿Algo como qué? -Sentimos un leve golpe y sonreí. -Oh.

-¿Ves como si le gusta tu voz?

-Ya veo ya. Hola, Jude. Soy papá... Aunque veo que ya lo estás notando.

-Damian... -Murmuré notando más golpecitos.

-No seas malo y deja de molestar a tú madre, pequeño demonio.

-No lo llames así, Damian.

-¿Por qué? Si es la verdad...

-No. Jude va a ser mi pequeño angelito.

-Bff... Lo dudo mucho. -Como pude, le di un codazo para oír su risa. -Bueno... ¿Salimos ya?

-Si. Se me arrugarán los dedos como siga aquí.

-Y otra cosa se me arrugará a mi.

-¡Damian! -Salí de la bañera para mirarlo mal.

-¿Qué? Solo digo la...

-¿Verdad? -Asintió y le pasé una toalla después de que saliera de la bañera.

-Ven, que te visto. -Agarró mi mano para arrastrarme a la cama e ir por mi ropa al ropero. -¿Qué pijama quieres?

-Pues el que está ahí.

-Aquí hay varios...

-Alguno que tenga botones, Dami.

-Está bien. -Sacó uno rosa palo y caminó hasta mi para secarme el cuerpo y luego vestirme.

-¿Y la ropa interior?

-No te hace falta. -Rodé los ojos para levantarme y cepillarme el cabello.

-¿Sabes? Se me apetece un batido de guayaba.

-¿Qué?

-Que Jude quiere batido de guayaba.

-¿De dónde saco eso?

-Pues de la tienda. -Me encogí de hombros para verlo rodar los ojos.

-Iré. Pero no te prometo nada. -Se vistió con unos vaqueros negros y una camiseta para coger las llaves del coche y salir de casa malhumorado.

Yo me acosté en la cama boca arriba para hablarle a mi bebé. -No le hagas mucho caso a tú padre, Jude. Puede llegar a ser un gruñón pero diga lo que diga, nos quiere mucho ¿si?

Encendí la televisión para apagar la luz y esperar a que Damian llegara con mi rico batido.

•••

-Kysha.

-¿Mm?

-Despiertate, Kysha. Tengo tu maldito batido.

-...¿Qué hora es?

-La hora de que te bebas esta cosa.

-No me hables así, Damian. -Intenté abrir los ojos pero de verdad que no pude. -Ya no me apetece...

-¿Qué? Ahora te lo bebés. -Me pasé las manos por la cara para restregarme los ojos.

-Está bien. Dame eso... -Por fin abrí los ojos cegandome con la luz. -Apaga la luz que no veo.

-Si, hombre. Si la apago soy yo el que no va a ver. -Rodé los ojos para quitarle el batido de las manos y bebermelo de mala manera. -¿Está bueno?

-Ajá.

-¿Y por qué te regañas?

-Porque no quiero... La verdad es que ahora prefería dormir.

-Eres de lo peor, Kysha.

-No me digas eso... -Murmuré sintiendo las lágrimas salir.

-Es que tengo razón. Primero me haces salir de aquí para después no querer beberte ese asqueroso batido, porque sí, lo probé y puedo asegurarte que sabe muy mal. -Dejé el batido sobre la mesa de noche para volver a acostarme. -¿No piensas responderme?

-El batido no sabe mal...

-Claro que no. Sabe asqueroso. -Sollocé sin evitarlo. -Oye, ¿Por qué lloras?

-Porque si.

-Nadie llora porque si, Kysha.

-Pues yo si... -Fui girada fuertemente para ser abrazada.

-No seas idiota y deja de llorar.

-Y tú deja de insultarme. -Sorbí por la nariz.

-Está bien, princesa. Lo siento. -Se hizo un poco hacia atrás para mirarme a los ojos. -Es que a veces llegas a ser muy quisquillosa.

-Lo siento... Deben ser las hormonas...

-Lo más seguro. -Suspiró para besar mi frente. -Sabes que aunque te diga esas cosas te quiero.

-Lo sé. -Ahora la que suspiró fui yo y cerré los ojos para dejar un casto beso en sus labios. -Yo también te quiero, Dami. Yo también.

Doble TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora