14. Un asomo a la demencia

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Lo podía mirar todo, arrodillado, con el hacha clavada en el pecho, la piel del rostro seca como si hubiera estado bajo el sol varias horas, los ojos húmedos y las lágrimas negándose a salir; podía mirar absolutamente todo, tan solo minutos antes de que todo se tornara negro. Pudo ver los cuerpos de sus amigos, de petunes, de hombres, y solo podía pensar en lo asqueroso que era la guerra, destruía hogares, familias, culturas y personas.

Sentía los músculos y huesos rígidos; trató de mover la cabeza y su cuerpo entero cayó al suelo, atrayendo la atención de los Hijos de Roble que seguían discutiendo en el mismo lugar de la matanza.

—Por fin te moriste —dijo el líder de los Hijos de Roble, acercándose al rostro del guriano que ahora se llenaba de barro.

Pero, Jor, había entendido lo que dijo, estaba recobrando poco a poco los sentidos y con esto la molestia que se acrecentó haciendo que su ceño se frunza, por lo que el pelirrojo contrajo el rostro y pateó su cuerpo allí donde el hacha estaba y atravesó todo el delgado cuerpo del guriano. El rostro de Jor se congestionó por el dolor, mientras que el Hijo de Roble simplemente sonreía. Una lágrima brotó de su ojo y los cerró.

Pareció una eternidad, pero en cuestión de segundos lo estaban levantando para retirar el hacha del pecho, al hacerlo solo dejaron su cuerpo en el suelo, al lado de los demás muertos. Entonces sintió una caricia cálida, como la de un fuego antes de dormir. La caricia de una canción, una nana que no daba cabida a la frialdad

Pequeño Guardián —escuchó en susurros—, no te duermas todavía, Pequeño Guardián, levántate... ¡Ya!

Los pulmones del muchacho volvieron a funcionar y respiró tan fuerte y hondo que generó un sonido escalofriante. Abrió los ojos, pero la vista se le nublaba y respiraba con dificultad, además sentía un ardor en la tráquea y un sabor de sangre en la boca.

—A-ayu-u... —dijo tratando de levantarse del suelo, levantó ligeramente el brazo en medio de todos los cuerpos que habían dejado alrededor.

Giró sobre sí y quedó boca arriba, parpadeó un par de veces y dejó de ver borroso; una inmensa luz hizo que los cerrara nuevamente y gritara de impotencia, levantó el brazo para con la mano taparse del sol y cuando quiso bajarlo, no tenía la fuerza suficiente, dejándolo inerte en el aire.

—Ayu-yuda —Pronunció y como si sus plegarias hubieran sido ignoradas completamente, aparecieron dos hombres.

El primero era Dreis, era aquel que había perseguido hace unas horas a Edd y a Jor, a su lado estaba un hombre viejo, calvo y enjuto. Sus ojos eran celestes como el cielo y ambos lo miraban con una curiosidad. Dreis bajó el brazo de Jor y este cayó como peso muerto sobre el pelaje cobrizo de un petún muerto.

—¡Pero mira quién está aquí! —exclamó Dreis mirando al anciano—, si llevas a este... eh, polluelo, ante Brook, posiblemente te perdone la vida y olvide tu cobarde huida, Aegis —volvieron a mirarlo—. Es brutalmente increíble que siga vivo.

El anciano lo levantó por los brazos y fue sorprendente la fuerza que tenía y no aparentaba, aunque Jor estuviera débil, la brusquedad de este hacia que se tambalee más de lo normal. De pie pudo ver la cantidad de muertos que allí habían. Un aproximado de cincuenta petunes yacían en el suelo, acompañados de los gurianos que habrían sobrevivido al sitio del enemigo, unos treinta a lo mucho.

Lo llevaron hasta una tienda de campaña, la misma tienda que había usado Qizil'Semser en su estancia en la playa, ahora la controlaban los Hijos de Roble. Y con su obsesión y odio era normal que cualquiera prefiriera a los petunes por sobre aquellos hombres.

Jor trató de soltar sus manos, que estaban sujetadas por le espalda en las manos del anciano al que llamaban Aegis. Esto solo consiguió que él apretara más las suyas. Entonces miró la carpa y frunció el ceño, Brook lograba que le hirviera la sangre con tan solo pensar en las cosas que ya había hecho. Atravesaron la cortina y se encontraron con lo esperado, en el medio de la tienda reposaba una amplia mesa, en esta, el mapa de Centraria y rodeando a esta se encontraba Brook y varios hombres demacrados.

Pesadillas - Las Danzas del Verano (Ahora Sueños Vacíos - Profecías 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora