—¡Tierra a la vista! —gritó el encargado del mirador—. ¡Las costas gurianas se ven más prometedoras que una prostituta!
Toda la tripulación rió.
—Baja —ordenó Brook en voz alta, el hombre calvo y corpulento dejó su puesto del mirador y se lo encargó al primer marinero que encontró, al otorgarle el lente lo hizo con tal brusquedad que el otro marinero casi cae tras un traspié.
—¿Mi señor? —dijo cuando estuvo frente al rey—. ¿Qué desea?
—Su nombre, marinero.
—Soy el humilde Dreis, mi señor.
—Muy bien, Dreis —Brook ni siquiera lo miraba, más bien observaba el mar—. No evité por tu comentario...
—¡Ah! Pero, señor. Si le ofendió, pues solo fue, pues... un chiste.
—Oh, no me molestó, Dreis. Nada de eso —ahora lo miraba—. Incluso me reí con el resto. Me interesa únicamente saber el porqué de esta afirmación. ¿Cuál es el informe?
—Mmh, es complicado, pero basta con verlo solo una vez —dijo irguiéndose y con un tono altivo—, hay una pequeña, este... empalizada. Pero está malísimamente apilada y unida, ¡una sola bala desmoronaría la mayoría! No sé si a eso se le llama muro, y esos gatos usan a las avecitas como esclavos. Ni siquiera nos esperan.
—¿Son los petunes? ¿Para qué? —preguntó Brook, aquello no lo esperaba para nada. Al fin y al cabo, los gurianos tenían la fama de saber defenderse de cualquier tipo de agresores y la esclavitud de un guriano, nunca antes había sido registrada.
Y para qué unos simples bárbaros de Oriente hubieran tomado preso a los gurianos, pese a ser simples aldeanos, era abrumador. El mundo entero creía conocer que esos bárbaros de Escorpio no sabían nada.
—Sí, sí... son los petunes y... talan madera. Y. uhm, también hay algunos de ellos haciendo eso, debe de ser algo para todos.
—Da igual lo que sea, Dreis. Nuestro objetivo es saquear esa playa, echar a los petunes y tomar a los gurianos para demostrar nuestra, todavía latente, fuerza; espero que estés allí para aplastar cabezas enemigas —el pelirrojo colocó su mano en el hombro de su tripulante. Este sonrió con convicción.
—Prefiero aplastar cabezas, hablar no tanto —dijo con media sonrisa y colocó su mano sobre el hombro de su señor en señal de compañerismo.
Lo que acababan de consumar era una antigua costumbre boreal, no originaria de las primeras generaciones de Hijos de Roble, pero adquirido por los odiseos; estas costumbres pasaron de generación en generación hasta llegar hasta a la ciudad de Ébano, la actual Roble Negro, capital de los Hijos de Roble actuales y hogar de la fortaleza Denegro.
—¡Tú! —llamó Brook a un marinero que orinaba por la borda. Era delgado como una soga y pálido como la piel de un ave muerta—. Avisa ahora al nivel inferior lo que se debe de hacer.
—Y qué es lo que se debe de hacer, señor.
—Ellos saben —dijo Brook dándose la vuelta, pero volvió a hablar cuando se dio cuenta de que no habría un correcto mensaje—. Cuando vean que haya una distancia prudente a la empalizada en las costas... disparen en la zona que analicen más vulnerable.
—Claro, señor, y-yo les digo —dijo el marinero levantándose el pantalón después de orinar.
Pasó unas horas más navegando, cerca de las costas hasta que los cañoneros dieron la señal, la nave empezó a moverse más rápido de lo habitual mientras muchos arqueros en la cubierta se alistaban para disparar, pronto se encargaron de su función contra los petunes hasta que desembarcaran todos. Y con los proyectiles de los cañones, el daño era mayor.
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Pesadillas - Las Danzas del Verano (Ahora Sueños Vacíos - Profecías 1)
FantasyPrimera versión de "Sueños Vacíos - Profecías 1" La nueva versión, con más capítulos y enriquecimiento de la trama la estoy subiendo en mi perfil Miedo, todos los hombres tienen miedo, incluso de los que en el valor se han forjado. Todo hombre sueña...