4. Y las pesadillas...

89 13 0
                                    

A lo largo y basto del continente solo se podía observar el suelo ennegrecido por la sangre y por el fuego. El cielo de igual manera se presentaba corrupto y las aguas se agitaban por miedo a un ser que con solo hablar hacía temblar la tierra. Y este ser se regocijaba mientras observaba todo desde la penumbra. Se sentía poderoso y la tierra llena de cenizas confirmaba que su poder, con los años, lo había vuelto invencible e imparable.

Su dragón había adquirido la crueldad de su montura, que con tanto poder había destruido sin dificultad al anciano Kerit. Aun así, existía un ser que todavía se resistía a su soberanía y que en su locura logró convencer a otros para seguirlo.

En medio de toda esa bastedad de oscuridad y corrupción se encontraba "el oasis", o al menos así llamaban al lugar sus esperanzados esclavos. Era el bosque, el único que sobrevivía allí. El antiguo hogar de los elfos del bosque y ahora morada de los pocos rebeldes, que, con magia, conseguían repeler la oscuridad y miedo.

—Carga contra ellos. Uchitel —ordenó con firmeza el ser que montaba al dragón, con esto la tierra tembló. Un abominable gigante pertrechado en un metal negro y compacto. En la mano llevaba una maza con la que señaló hacia el oasis.

El dragón rugió y este gesto fue prontamente respondido por sus cuatro fieles seguidores: Pozhar, Snyag, Zemya y Kapchitsa. Pronto los cuatro lanzarían sus ataques al oasis.

***

—Bay —dijo Jor con una amplia sonrisa.

La guriana que estaba tomando el hombro del muchacho y le había gastado una broma era una de sus mejores amigas, la había conocido hace casi cuatro años, cuando la madre de Jor y él tuvieron que moverse de su antigua vivienda; la familia de Bay fue la que les ayudó en los momentos más difíciles: proporcionaron una morada en lo alto de la colina y les obsequiaron algunos cerdos y redes para conseguir pescado, desde ese entonces Jor se había vuelto muy cercano a ella.

Su nombre era una abreviación del nombre élfico Bayaw y era meses menor que el guriano, su familia era dueña de los establos de la aldea y la más adinerada de todas, a pesar de ser una aldea de bajos recursos. Bay era alta, midiendo unos dedos más que Jor, que para los chicos gurianos era bajo, tenía el cabello café hasta por debajo de los hombros, sus ojos eran del color de la miel y su piel como el trigo. Sus alas no eran del tradicional blanco, eran como el color de la paja.

—¿Y... qué hacías, Jor? —dijo con una dulce voz, que solo podía pertenecer a ella.

—Observo el mar —contestó el guriano algo serio.

—Pareces... uhm... distante, no, no es la palabra —dijo para sí y de pronto empezó a hablar rápido—, ¿sabes mi papá me enseñó una palabra hace poco para describirte? Era... ¿abstracto? No... ¡Abstraído!

—Si la había escuchado —respondió Jor—, es que he tenido sueños extraños.

—¿Pesadillas?

—Si —dijo alzando la vista y chocando con sus ojos del color de la miel.

—Hoy el Maestro comunal nos iba a enseñar algo... acerca de las pesadillas.

—Que tan diferente pueden llegar a ser de los sueños —dijo Jor poniéndose de pie, quedando frente a frente con ella.

Sus ojos brillaban entre unas largas pestañas, el rostro de la guriana era redondeado y los labios carnosos, su nariz respingada lograba que tuviera un aspecto angelical.

—Si es necesaria una clase especial para las pesadillas... —hablaba firme, aunque de vez en cuando bajaba la mirada—. Quizás sí... sea importante.

—Entonces vamos —dijo su amigo empujándola sutilmente por el hombro.

Cruzaron por el camino de gravilla que había construido el alcalde de la zona, este no vivía en la aldea, sino en una villa cercana, aun así se encargaba de que todo se viera en un aparente orden.

Llegaron a la pequeña plaza de la aldea, era completamente de piedra y en el centro había una pileta llena de agua estancada, sentado en el brode de esta se encontraba el maestro y sentados se encontraban varios de los niños gurianos alrededor de él.

—Mucha gente se da el crédito de ver el futuro en sueños —dijo el anciano guriano mirando al cielo.

Llevaba una gruesa túnica de color gris, sus alas eran lánguidas y pálidas al igual que todo su cuerpo. Sus ojos eran de un celeste intenso y gélido, su nariz era recta y filosa, y sus labios finos y tajantes.

—Pero según los Sabios más veteranos, los sueños son solo recuerdos.

—Lo dijo la semana pasada —escucharon de un chico, su nombre era Fer y era el que siempre se encargaba de fastidiar a todos—, o es que ya le dio la Pérdida de Luz.

—Más respeto muchacho —dijo clavando la mirada en Fer, Jor pensó que nadie soportaría la mirada fija de sus ojos fríos—, y paciencia. La paciencia es la virtud de los sabios, ancianos, dioses y demonios. Todo el que tiene paciencia tiene poder. Poder de poder alterar el poder.

—¿Hoy no íbamos a hablar de las pesadillas, Maestro? —preguntó Jor, toda aquella dilación estaba logrando que pierda la paciencia que el anciano tanto añoraba de los muchachos.

—Las pesadillas no son como los sueños. Son únicas. Creadas por tu conciencia en base a tus traumas y miedos. En base a lo que tu vida representa.

—Y si tienes una pesadilla con algo que jamás has visto o sentido, Maestro Gar —inquirió Jor, otros niños lo miraban con curiosidad. Era una de las pocas veces que se le veía hablando, especialmente porque no hablaba con mucha más gente que con Bay después de lo de sus hermanas y padrastro.

—Hay algunos que se hacen llamar videntes. Cosa que no creo que exista —decía el Maestro frunciendo el ceño—. Poseen la habilidad de ver el futuro —abría los ojos mostrando su burla—. Dicen que en pesadillas horribles y desagradables, pueden ver los malos augurios del mundo o del mismo universo.

—¿Usted cree que eso sea posible, Maestro?

—Yo no creo en los cuentos para niños. Mucho menos en las patrañas de esos farsantes. Si tuviste una pesadilla busca el trasfondo de la misma.

La clase siguió igual, el Maestro hablaba de traumas, de trasfondos y le otorgaba una explicación lógica al porqué de una pesadilla, pero nada de aquello convencía a Jor. Se marchó del lugar llegada la tarde y se dirigió a casa después de despedirse de Bay, que al final le dijo algo muy emocionante.

—El Sabio de la Playa de Acantilados va a venir... el alcalde solicitó al barón que lo envíe para que observe cómo va la situación de las aldeas... y también de algunos pueblos de sus tierras. ¡Él sabrá muchísimo más que el Maestro acerca de las pesadillas!

—Gracias Bay, anda descansa, mañana va a ser un día largo entonces.

—¿Por qué lo dices?

—Lo presiento —dijo inexpresivo el muchacho. Bay encaró las cejas e inclinó un poco su cabeza, nunca antes su amigo se mostraba así y se preguntaba si tan desastrosa pudo ser su pesadilla, como para cambiar su ánimo en el día.

Pesadillas - Las Danzas del Verano (Ahora Sueños Vacíos - Profecías 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora