Después de aquella carta no recibí ni una más. Había veces que mi tía nos visitaba y cuando estábamos solos le preguntaba por Mauricio, ella siempre me decía que estaba muy bien, que estaba progresando en sus estudios y que estaba muy contento en su nueva universidad y en ese nuevo ambiente, él siempre se contactaba con mi tía una vez al mes, decía que estaba muy ocupado como para contactarse más veces, y que le daba miedo mandarme cartas por la posibilidad de que mis padres descubran que tiene contacto conmigo y que me reprendan por ello.
Me parecían excusas, podría llamarme o mandarme cartas a través de mi tía pero no lo hacía. A veces hasta llegué a pensar que mi tía tampoco tenía contacto con él y que me mentía para que me sienta mejor.
En todo ese tiempo tuve mi primera novia, que fue Solange, fuimos novios a los catorce y solo duró unos meses. Ella terminó con todo y yo por supuesto que me aferré a ella. No quise saber nada de noviazgos después de ella, solo quería estudiar ya que al darme cuenta que el amor dolía preferí no arriesgarme otra vez.
También comencé a escuchar rock y música clásica. La verdad le cogí un gran gusto a ese tipo de música, hasta me recordaba a Mauricio pero con el tiempo me dejó de importar el recuerdo de mi hermano, volvió a ser un desconocido para mí y era mejor así.
Me dejó de afectar por completo en saber o no de Mauricio, solo me conformaba con saber que estaba vivo.
Cuando cumplí quince años mis padres tuvieron la idea de hacerme dos fiestas, una fiesta en familia y la otra con mis amigos. En la fiesta familiar consistía en pasar en casa con todos los familiares que asistían y conversar de la vida, comer dulces, pastel helado y recibir regalos. Mientras en la fiesta de mis amigos era en una discoteca donde servían cocteles sin licor, ideal para adolecentes pues servían mucha de pizza y bocadillos inexplicablemente deliciosos. Aunque no era la persona más popular de mi colegio si quiera no pasaba desapercibido, Mauricio tenía razón cuando me dijo que con la edad el aspecto mejoraba de poco en poco.
A partir de ese año mi fiesta de cumpleaños era muy esperada, pues mis padres lo organizaban maravillosamente.
- ¿Qué quieres para tu cumpleaños dieciséis?- preguntó mi madre mientras servía la cena
- Bueno... la fiesta nunca falta- dije sonriente mientras ponía el plato de comida en frente mío- Gracias
- Nos referimos al regalo, campeón- dijo mi padre tomando los cubiertos- Te has portado muy bien este año.
- Como todos- murmuró mamá dándome un beso en la frente antes de sentarse a comer
- Bueno, una guitarra eléctrica...
- No, Fernando- interrumpió papá con la voz áspera- No vas a ser como esos tipos de aquella música que escuchas.
- Pero...
- ¡Nada!- dijo casi gritando- Todos son drogadictos, están fuera de sus cabales. Me niego a que seas como ellos.
- Pero yo no seré así, además ¿He dado motivos de desconfianza?
- Podemos pensarlo- pidió mi madre con ojos de cachorro
Mi papá dejó de fruncir el ceño y me miró con seriedad.
- Tal vez, tienes razón, has demostrado ser alguien coherente y responsable... pero no tenemos el dinero... no el suficiente, tenemos que pensarlo.
- Tengo una idea ¿Y si yo reúno para mi guitarra? Me esforzaré para conseguirla y así no tiene que gastar... tengo un poco de dinero reunido si sigo así podré comprar una en un futuro no muy lejano... ¿Qué dicen?
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Apuesto mi vida por ti
Teen FictionA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...