Nos quedamos dormidos en la orilla del lago, al despertar me dolía el cuello pero no me importó, miré a Mauricio y estaba totalmente dormido, no fruncía el ceño ni se revolcaba, es más, tenía una leve sonrisa, sus pesadillas ya no estaban con él. No quise levantarlo así que sólo me senté y miré al lago, era tan hermoso que no podía dejar de verlo.
Él despertó después de unos minutos pero parecía molesto por haberse despertado, estaba disfrutando mucho de su sueño.
- ¡Qué es ese sonido!- dijo con malhumor mientras se tapaba los oídos.
- ¿Te refieres a las aves?
- No... a ese horrible gruñido.
- Es mi estómago.
Se sentó a mi lado y miró al lago mientras se fregaba los ojos.
- Yo también tengo hambre.
- Sinceramente, tengo tanta hambre que estoy considerando seriamente matar una de esas aves que están cantando.
- No comeremos un pobre pajarillo- dijo con una ligera sonrisa.
- Entonces me comeré al culpable de mi hambre.
Se rió y se lavó la cara.
- Es mejor que nos marchemos de aquí- se levantó y sacudió su cabeza- Debemos ducharnos y alimentarnos cómo se debe, somos un desastre.
- ¿Somos? Tú estas perfectamente, da igual que duermas en su cama de sábanas de seda o en la tierra, te ves cómo un maldito modelo de revista.
- Si te hace sentir mejor si te reflejas en el agua no se romperá cómo los espejos de tu baño.
- Subes mi autoestima como espuma.
Nos dimos una sonrisa y me paré.
- Bien, ¿sabes cómo regresar?- dije mirando a nuestro alrededor.
- Caminé en línea recta así que eso haremos para volver.
- ¿Ese es tu plan?
- Pues, cuando lleguemos a una carretera pedimos que alguien nos lleve y sí, ese es mi plan.
Lo miré con seriedad mientras él me sonreía.
- ¿No tienes un mejor plan?- pregunté con pereza de caminar.
- Quedarnos aquí y morirnos de hambre.
- Hay aves... suculentas e inocentes aves.
- El problema no es que haya aves inocentes, el problema es que tú no puedes cazar ni una mosca.
- ¡Bien, caminaré!- exclamé resignado.
Empezamos a caminar pero después de diez minutos no pude seguir más, estaba cansado por no haber comido, mi hambre era tanta que comencé a tener náuseas.
- Ya no puedo más- dije tratando de resignarme.
- Eres un hombre, aguanta.
- Que sea hombre no significa que sea de acero.
Mauricio se rió pero yo hablaba en serio, estaba muy cansado.
Después de rogarle accedió a ayudarme y me llevó en su espalda por un rato, me sentía como un niño y la verdad me daba hasta vergüenza de que mi hermano mayor me lleve en su espalda pero no avanzaba más.
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Apuesto mi vida por ti
Teen FictionA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...