capítulo 8

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Desde todo lo que pasó yo sólo me encerraba en mi cuarto y miraba al techo, pensado en un millón de cosas. Él único con quien hablaba era con Nicolás, no le conté todo lo que pasó pero él de alguna forma me comprendía, poco a poco se pasó el enojo y volví a ser sociable pero en mi casa las cosas estaban mal, no podía ver a mi papá a la cara.

Pasaron meses para que se me pase todo el enojo, un día simplemente comprendí que tenía que perdonar y que no quería ser una persona llena de odio como mi papá.

No todo volvió a ser como antes pero tampoco estaba muy mal. En ese tiempo no hubo ni un día en el que Mauricio me mande una carta o un mensaje... nada, pensé varias veces en ir al pent-house pero me arrepentí.

Callé muchas cosas: muchos pensamientos y muchos reclamos. Todo sea por la paz, obviamente mis padres trataron de recuperarme con dinero, regalos y esas cosas pero no tenía mucha importancia para mí, estaba muy decepcionado de lo que mi papá había dicho y hecho, así que simplemente decidí dejarlo todo y tratar de tener un poco de paz al menos hasta que me independizara me quedé tranquilo y todas las tardes en las que decidí dejar de agobiarme me concentraba en aprender a tocar guitarra.

Sin darme cuenta los días fueron pasando, al principio fue difícil no ver a Mauricio pero poco a poco fui tolerando la idea de no tener contacto con él aunque siempre lo recordaba. Aquellos días se convirtieron en semanas, meses... y nada.

Al cumplir diecisiete esperé ver a Mauricio o al menos a mi tía pero no llegaron a la fiesta de reunión familiar, así que esperé al siguiente día, y al siguiente, y al siguiente de ese... pero no llegó, ni un obsequio, ni una tarjeta, posiblemente él me odiaba, yo provoqué que mi padre vaya a gritarle esas cosas y le haga sentir mal.

A la semana de mi cumpleaños estaba viendo televisión en la sala junto a mis padres, mi papá cambiaba tanto de canal que decidimos dejarlo en las noticias, y allí vimos algo que nos sorprendió. En un reportaje entrevistaron a Mauricio, mi padre trató de cambiar pero yo le arrebaté el control y subí un poco el volumen, lo miré con una expresión de odio para que me dejara ver el reportaje.

Mi hermano se había hecho un gran abogado, estaba trabajando en esa importante firma que dijo posteriormente y estaba en un caso muy importante, un caso de fraude en un banco de la Capital en la que estaban involucrados muchos políticos importantes del país, resulta que mi hermano había ganado, pues él estaba en contra de este fraude y dio justicia a todos los perjudicados. Creí que él se iba a especializar en Adolescencia y niños pero no fue así.

Estaba muy orgulloso, mi madre miró el reportaje con un brillo especial en los ojos mientras mi padre ponía mala cara pero sé que en su interior si le importó aunque sea un poco que mi hermano haya logrado ganar a personas tan importantes y fraudulentas.

Entonces, entendí que mi hermano siguió con su vida como siempre, y por desgracia yo no formaba parte de ella, posiblemente algún día nos volveríamos a ver y eso esperaba pero mientras eso pase yo también seguiría con mi vida y dejaría de mortificarme por no verlo.

Antes de cumplir mis dieciocho años tuve una novia, era muy bonita, se llamaba Dulce, mi primera novia oficial. Nicolás también tenía una linda novia y es más la novia de Nicolás me la presentó.

En mi cumpleaños dieciocho lo celebramos a lo grande, esta vez sin reunión familiar solo fiesta con mis amigos, estábamos a dos semanas de dar pruebas finales y graduarnos, ya me había inscrito en una buena universidad y Dulce iría a la misma universidad que yo (si es que aprobábamos) así que eso solo me alegraba más, estaba tan emocionado, era la mejor época de mi vida.

Apuesto mi vida por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora