Pequeñas cosas que se vuelven especiales, esos pequeños momentos que pasé con Mauricio eran únicas, aquel día que fuimos de fiesta fue la primera de muchas, con él pasé la primera vergüenza de mi vida por culpa del alcohol, aunque nos prometimos no tomar nunca más no podíamos dejar de reír al recordarlo.
Pasé muchos días con Mauricio, íbamos a tomar café, o a restaurantes, pero nunca más fuimos a un bar.
Estaba a dos días de ingresar a la universidad y yo ya estaba alistando todo, pero aquel día todo cambió, como de costumbre, las sorpresas llegan a cambiarlo todo de un día para el otro. Mauricio fue esa tarde a casa, timbró unas veinte veces insistentemente, mis padres no estaban en casa y yo estaba bañándome pero con la insistencia de mi hermano tuve que salir de la ducha y bajar a abrirle en toalla.
- ¿Mauricio?- murmuré sorprendido- Creí que estabas trabajando... o algo....
- Lo encontré- interrumpió.
Estaba muy pálido, sus ojos no brillaban como antes, su expresión era muy seria con un poco de preocupación y ansiedad.
- ¿Te refieres a tu barba? Porque ya no está en tu rostro. Qué bueno que te hayas rasurado.
- ¿Puedo pasar?- preguntó sin reírse de mi comentario.
Accedí y él entró. Acomodé mi toalla y él se dirigió a la sala apenas cerré la puerta.
- ¿Estás bien?... te veo un poco raro...
- Lo encontré... él... está vivo, está bien...- decía entre cortadamente como si hubiera corrido una maratón.
- ¿Quién está vivo? No entiendo, ¿seguro que estás bien?
- Martín Enríquez...- dijo con la mirada ida.
Sentí como una corriente pasó por todo mi cuerpo, me pasmé unos segundos, me sorprendí tanto que él lo haya encontrado.
- ¿Lo estabas buscando?- pregunté apenas pude hablar.
- Siempre.
Él alzó la mirada con rencor, respiraba profundamente, sentí como el aire se tensaba poco a poco mientras él esperaba una respuesta.
- No entiendo- murmuré sentándome en un sofá que estaba cerca.
- Quiero que vengas conmigo- dijo decidido.
- ¿A dónde?
- A verlo.
- ¿Qué?... ¿Quieres verlo?
- Sí, voy a verlo.
- Creí que se lo ibas a dejar al destino.
- No pude dejárselo al destino, uno tiene que forjar su propio destino... además mi sueño es poder dormir en paz algún día, sin que ese recuerdo esté en mi mente cada segundo de mi existencia.
Me levanté lentamente y caminé hacia él.
- ¿Dónde está?- pregunté en voz baja, como si hubiera gente a nuestro alrededor.
- En otro país... en varios países.
- ¿Viaja mucho?
- Sí...
- ¿Piensas viajar detrás de él?
- Pienso seguirlo hasta el fin del mundo, pero contigo.
- ¿Para qué? Es decir, que quieres decirle... por qué tengo que ir...
- No sé que voy a decirle, no lo sé... pero quiero que estés conmigo, eres el único que puede apoyarme, la única persona que tengo a mi lado...- su respiración comenzó a agitarse y sus ojos se pusieron rojos
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Apuesto mi vida por ti
Novela JuvenilA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...