No entendía nada, caminé por los pasillos del hospital desorientado, miraba al suelo pensando en la sonrisa de mi hermano que nunca volvería a ver, pensando en las cosas que hicimos juntos, cuando viajamos juntos con Sarah.
En mi mente estaba su voz diciéndome que todo está bien, pero no, no lo estaba, él murió, después de todo lo que le pasó en la vida murió de una manera tan repentina, aún le faltaba tener una familia, le faltaba saber que se sentía ser padre, tener una esposa, casarse... aún le faltaba vivir, no era justo su muerto, no fue justo. Maldecía a Dios un millón de veces, no era justo que él haya muerto. No era justo.
Mientras caminaba por los pasillos con los brazos cruzados y la vista en el suelo escuché a alguien detrás de mí.
- ¿Señor Esquivel?- dijo una voz de hombre.
Volteé y miré a un policía a un metro de distancia.
- Disculpe, quiero hacerle unas preguntas- continuó- Lamento su pérdida.
- ¿Preguntas?- murmuré pestañeando fuerte me ardían mucho los ojos y mi cabeza daba vueltas.
- Sobre la muerte de su hermano... ¿cree que está bien como para responder? Podemos hacer esto otro día...
- Estoy bien.
El policía era un hombre de veinticinco años, se le notaba nervioso, posiblemente aún era un novato.
Me indicó una silla que estaba en la pared, pegada en el lado derecho.
- Su hermano... fue un gran hombre.
- Lo sé- dije mientras me sentaba.
Él se sentó a lado mío y sonrió, sacó una libreta del bolsillo de su chaqueta de policía y un esfero.
- ¿Podría decirme si él tenía un enemigo?
- ¿Qué?
- Si alguien lo odiaba.
- No... ¿Por qué pregunta eso?
- Pues, la muerte de su hermano no fue accidental, ¿no le han informado?
- ¿Qué?- mi mirada debió estar tan desorientada porque empecé a ver todo borroso por las lágrimas que estabas acumuladas en mis ojos- No, no me han dicho nada.
- A su hermano lo apuñalaron... veinte veces.
Abrí los ojos y las lágrimas cayeron de repente, las sequé de inmediato, sentí el mismo nudo en la garganta de hace un rato pero no me salieron más lágrimas, me llené de odio al enterarme que alguien lo mató.
- No entiendo, no puedo entender... ¿Alguien lo mató?
- Lo siento.
- ¿Dónde?- me levanté de inmediato, estaba lleno de rabia, miré al policía pero el permaneció sentado así que me puse en frente de él.
- En su casa.
- No...- murmuré y luego alcé la voz- No puede ser, nadie lo odiaba, nadie...
- ¿Nadie?
- No... ¡Nadie!
- ¿Y su familia?
- No hay contacto.
- ¿Problemas?
- Muchos.
ESTÁS LEYENDO
Apuesto mi vida por ti
Teen FictionA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...