Tomamos vino moderadamente mientras Ashton y Patricia nos contaron muchas anécdotas.
Nos reímos de muchas y noté que Mauricio se había relajado bastante, estaba feliz. De pronto sonó un gran trueno y mi hermano suspiró.
- ¿Pasa algo?- preguntó Patricia.
- No- respondió Mauricio- Es sólo que espero que la tormenta ya se vaya... necesito irme a pesar de que ustedes han sido tan buenos, pero es necesario nuestra partida.
- Déjalo todo al destino- dijo Ashton con una leve sonrisa.
- Destino- murmuró Mauricio mirando hacia una ventana que estaba al fondo del comedor.
- ¿Creen en el destino?- preguntó Sarah dejando su copa vacía en la mesa.
- Por su puesto- respondió Patricia tomando la mano de Ashton- ¿Ustedes?
- Yo sí- dijo Sarah sonriente.
- Eso creo- respondí encogiendo los hombros.
- ¿Y usted, Mauricio?- preguntó Ashton.
- No... no creo en nada, solo sé que las cosas pasan aleatoriamente y ya- su mirada se dirigió hacia nosotros y se tornó muy serio- No hay nada más que un mundo vacío.
Ashton y Patricia se sonrieron levemente.
- Aún no abres los ojos, cariño- le dijo Patricia mientras acariciaba la mano de Ashton.
Mauricio miró a Patricia y procesó aquel tema.
- He pensado lo mismo- contestó Mauricio- Hay personas que pueden ver fácilmente mientras a otras nos cuesta abrir los ojos y pasamos ciegos la gran parte de nuestras vidas.
- Ya llegará tu tiempo de abrirlos, cuando dejes todo eso que te aflige a un lado- dijo Ashton sin dejar su leve sonrisa.
Mi hermano suspiró, ese viaje era para terminar con lo que le afligía, él estaba desesperado por abrir los ojos y sentir como lo hacía antes, cuando era niño. Patricia y Ashton dieron justo en el clavo con esas palabras, no sabían la historia de Mauricio pero sabían que él no era feliz, supongo que es porque cuando uno envejece sabe cosas que cuando eres joven no tenías ni idea, aquella sabiduría que yo quisiera tener.
Después de conversar fuimos al segundo piso para jugar con las gemelas, ellas jugaban a la casita y nos pusieron a Mauricio y a mí cómo sus esposos mientras a Sarah la pusieron como empleada. A decir verdad me divertí mucho y había momentos que mi hermano también parecía divertirse pues la mayoría de expresiones eran suaves sólo para que las niñas no se sientan mal.
La lluvia aún no cesaba por completo pero tipo cinco de la tarde sonó el celular de Mauricio era un mensaje, mi hermano se extrañó pues antes la señal era pésima.
- Están afuera- murmuró Mauricio un poco sorprendido.
- Creí que iban a esperar- dijo Sarah.
- No comprendo- dijo Mauricio alzando la mirada.
Las gemelas estaban haciendo un pastel con Patricia mientras Ashton estaba viendo televisión, nosotros estábamos en la sala esperando a las niñas y a Patricia.
- ¿Salimos?- pregunté mientras Mauricio guardó su celular en el bolsillo del pantalón.
- Definitivamente- respondió mi hermano.
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Apuesto mi vida por ti
Novela JuvenilA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...