Mientras dormía sentí como alguien me quitó todas las cobijas de golpe y yo me desperté.
- ¡Que ya te despiertes!- gritó Mauricio
Tapé mi cara con la almohada decidido en seguir durmiendo.
- Quiero tomarme el vaso de agua que tengo en mi mano pero si quieres que la desperdicie...
- ¡Ya me levanté!- exclamé sentándome de golpe.
Froté mis ojos y noté como sonreía, se notaba más aliviado, posiblemente por lo que hablamos.
- Maldito, te fuiste a la madrugada a dormir en el sofá... malagradecido.
- ¿Cómo podía dormir con un hombre que patea peor que mula?
- Yo no pateo.
- Sí, claro, y tampoco roncas.
- ¡No ronco!
- Claro, si por ti los pisos de abajo van a creer que tengo una motocicleta.
- Muy chistoso, escucha mi risa fingida- dije riendo falsamente
Entonces me arrojó el agua que tenía en su vaso con una expresión de seriedad. - Ve a ducharte, cabra- dijo dando media vuelta.
- ¡Eso, vete antes de que te de una paliza!- le grité apenas el salió del cuarto.
- ¡Me voy porque muero de miedo!- gritó con sarcasmo mientras caminaba por el pasillo.Me reí y entré a la ducha al salir me di cuenta que no tenía ropa limpia así que me puse la toalla como falda y bajé las escaleras. Al ir a la cocina Mayra estaba cocinando y mi hermano estaba ayudándola.
- Linda ropa- dijo mi hermano apenas volteó a verme.
- No tengo más ropa- murmuré- Estaba pensando en ir a recoger mis cosas...
- Si quieres... o....
- ¿O?
- O te compramos ropa nueva hasta que estés completamente decidido en dar la cara en tu casa.
- Es buena idea- dije con una sonrisa.
- Mayra- murmuró con calidez ¿Puedes hacerme un gran favor?
- ¿Sí?- respondió mirándolo fijamente mientras ponía agua en la cafetera.
- ¿Puedes ir a comprarle ropa?... es de la edad de tu hijo mayor... ¿no? compra algo como si fuera para tu hijo... es más si quieres compra algo para tus hijos- sonrió y sacó su tarjeta de crédito de su billetera- ¿Quieres?.
- ¿Seguro?
- Lo de la ropa para tus hijos... sí, compra lo que quieras al precio que quieras... no me importa.Ella sonrió levemente y tomó la tarjeta con timidez.
- No te limites, Mayra, sabes que odio que rechacen mis obsequios.Después de agradecerle ella salió del pent-house. Mauricio me miró y tomó el frasco de galletas que sabía estar en la alacena. Se sentó en una de las sillas y yo me senté a su lado. Lo vi comer galletas de chispas de chocolate y recordé lo que me dijo la noche anterior, que aquel hombre le daba esas galletas en las clases privadas. Solo observé como disfrutaba de las galletas, me pareció muy raro que se le haya echo costumbre comerlas, si yo fuera él me daría mucho asco en tan solo ver aquellas galletas, pero el parecía disfrutarlas.
- Oye...- murmuré pero me arrepentí de lo que le iba a preguntar.
- ¿Qué?
- Hace años dijiste que me ibas a enseñar a boxear- dije cambiando de tema en mi mente.
- Y tú dijiste que me ibas a dar conciertos de piano cuando yo quisiera...
- ¿Tienes piano?- pregunté acostando mi cabeza en la mesa mientras lo veía. - Sí.Alcé mi cabeza de inmediato, no había visto un piano por el penthouse. - Hermano- murmuré con timidez- Quiero preguntar algo pero no sé si deba...
- Si se trata de la conversación que tuvimos... tú sólo pregunta, estoy listo- dijo mientras terminaba de masticar su galleta- Lo más difícil ya pasó, así que puedo hablar... con tal que no preguntes detalles.
- No son detalles- respondí de inmediato- Es lo... que haces.
- ¿Lo que hago?
- Las galletas de chispas de chocolate... el piano... creí que estabas muy traumatizado.
- Y lo estoy, no es algo que se supera- murmuró dejando la galleta que tenía en la mano a un lado- Puede que yo también sea un enfermo porque desde que pasó todo eso el gusto por las galletas de chispas de chocolate incrementó... y el gusto por escuchar piano también. Pero lo que no puedo hacer es tocar el piano, cada vez que lo hago me causa muchas nauseas y termino vomitando.
- ¿Y por qué tienes el piano?Encogió los hombros y miró la mesa. - No puedo explicarlo, sólo tengo la necesidad de tener el piano y lo compro, así como suelo tener la necesidad de comprar galletas de chispas de chocolate, es algo que no puedo dejar... sé que no deben gustarme por los recuerdos pero, es algo que no puedo controlar. - Qué raro- murmuré. - La mente de los humanos siempre va a ser una incógnita... - Pero, cuando comes las galletas o compras pianos... ¿recuerdas a ese hombre? - No sólo con eso, lo recuerdo a cada instante, por cualquier cosa. Si veo a un hombre de su edad, lo recuerdo, si veo un profesor lo recuerdo, si veo a mi familia lo recuerdo, cuando cierro los ojos lo recuerdo. Es algo que nunca se olvida. - ¿No crees que necesitas ayuda? - No... estoy bien así, me he acostumbrado en recordarlo con el rencor que le tengo. - ¿Y las pesadillas? Eso te aprisiona. - Un psicólogo no me dejara tranquilo. - Hay una cosa más- dije seriamente- ¿Y si aquel hombre hizo eso con más niños? Es decir, no lo denunciaste nunca, no quiero mortificarte pero... ¿lo has pensado? - Siempre, y por eso soy abogado y planeo ser juez, mandar a miles de delincuentes violadores a prisión y proteger a todos los niños que pueda... es mi forma de enmendarme.
Sonreí para que la tensión bajara, no sabía que decir. - Gracias, enano- murmuró después de unos segundos.
- ¿Por qué? - Por no espantarte o tratarme con pena, o acusarme de que yo provoqué todo lo que pasó... - Un ser humano racional no lo haría. - Igual, gracias.
Se levantó, se puso detrás de mí y rodeó mi cuello con sus brazos, me abrazó de esa forma por unos diez segundos y se apartó. - Estás tan delgado- murmuró mientras yo me di la vuelta. - Son músculos- dije en mi defensa
Se echó a reír mientras lo veía con seriedad. - Maldito- murmuré levantándome. - Seremos buenos hermanos- dijo parando de reír. - Por desgracia.
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Apuesto mi vida por ti
Teen FictionA veces vivir se limita a darle un propósito burdo a tu vida, algo que crees querer para conseguir tu libertad porque no sólo con cadenas alguien puede ser prisionero. Cuando tu mente te aprisiona es más difícil ser libre. Fernando nunca pudo enten...