¿Cómo pude quebrar la taza?
Dios, que vergüenza. El pobre Spencer tuvo que ir por una escoba y un trapo para limpiar mi desastre.
--En verdad, lo siento mucho -me disculpé, él permaneció en silencio.
No pensará que la quebré al propio porque no me recordaba, ¿o sí?
--Te pagaré la taza -afirmé.
Él debe estar tipo: ¡claro que la vas a pagar, maldita!
--No es necesario -dijo negando con la cabeza- te traeré otro café.
--¡NO! -me aclaré la garganta- es decir, no me tienes que traer otro café, casi había terminado, solo dime cuánto te debo por el viejo y por la taza.
--No te preocupes, yo me encargaré de la taza, considéralo como si te hubiese invitado a un café -dijo sonriendo, pero yo negué con la cabeza inmediatamente.
--Quédate con el cambio -dije entregándole el dinero del café más mi cálculo estimado del precio de una taza de cerámica pequeña- no dejaré que la pagues por mí.
--Leah, no me dejaré el cambio, ya te dije que puedo encargarme.
--No Spencer, por favor no insistas -me levanté y cogí mi bolso, el cual también se me cayó.
¿Algo más quiere caerse?
--Está bien -Spencer suspiró y juntó mi bolso por mí.
--Gracias -le dije con timidez.
Sé que dije que no me iba a rendir tan rápido con Spencer, pero estoy tan apenada que creo ahora sí lo haré.
Mientras me dirigía a la salida Spencer me habló: --Solo por curiosidad, ¿qué edad tienes?
--17 -respondí, y noté la sorpresa en su rostro- ¿cuántos pensabas?
--No lo sé, talvez unos 15.
¿Quince? ¿En serio? Sé que soy bajita pero...
--¿Y tú cuántos años? -pregunté. Traté de calcular su edad pero era muy difícil, podría perfectamente tener entre 17 y 21 años.
--Cumplí 18 la semana pasada.
--Oh, feliz cumpleaños atrasado.
--¡Spencer! -lo llamaron desde el mostrador- ¡te necesito trabajando!
--Ya voy -dijo riendo- hasta luego, Leah.
--Hasta luego.
Bueno, supongo que tuve razón en que no hay que redirse tan rápido.
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Llegué a casa e inmediatamente me puse a hacer tareas, tenía demasiadas, y cero ganas de hacer ninguna, así que a los pocos minutos opté por buscar mi celular en mi bolso. Me sorprendí al encontrar el dinero de la taza que le había dado a Spencer ahí adentro, debió haberlo puesto cuando recogió el bolso.
¿En serio no podía dejarme pagar? Rodé los ojos, pero sonreí un segundo después.
El domingo me levanté a medio día y durante la tarde comencé con la tarea de matemáticas, que era de resolver setenta problemas. Cuando la profesora dijo que no íbamos a poder terminarla un día antes, pensé que estaba subestimando mi poder. Pero tenía razón, era la una de la mañana y aún me faltaban la mitad.
A esa misma hora me rendí y me fui a dormir.
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En busca del amor
Teen FictionHarta de ser ignorada, Leah tiene como meta encontrar el amor. Esperar a que las cosas pasen por sí solas sin arriesgarse no ha dado resultado en 17 años, ¿cambiará algo si decide empezar a tomar riesgos?