No quedaban mesas vacías en el comedor del colegio, por lo tanto, Alexis y yo tuvimos que caminar un gran rato en busca de un lugar para almorzar. Finalmente encontramos una banca cerca de la plaza, mientras que no me peguen un bolazo en la cara todo estará bien.
--Oye, te tengo una pregunta -dijo a los minutos.
--Dime.
--¿Conoces a Spencer? ¿El que trabaja en la cafetería?
Tragué en seco y sentí como mi pulso se aceleraba, ¿cómo lo sabe? ¿Qué está pasando?
--Uhm... sí -respondí nerviosa- ¿por qué preguntas?
Alexis se encogió de hombros.
--Bueno, es que el día que fuimos a la cafetería te noté constantemente preocupada mirando a la puerta, además, tenías cara de pánico cuando íbamos saliendo y él apareció. Ah, y en ese momento corriste a esconderte detrás de mí.
Vaya, creo que no soy tan discreta como pensé.
¿Qué se supone que le responda? No quiero contarle mi historia con Spencer, pero comienzo a temer que sean amigos y que ya la sepa.
--¿Lo conoces? -inquirí- ¿a Spencer?
--Sí -respondió- no diría que somos amigos, pero soy un cliente regular de esa cafetería y ya nos conocemos.
Suspiré medianamente aliviada.
--Ya veo, bueno, él y yo tampoco somos amigos -dije- solo lo conozco porque también voy a la cafetería.
--Y lo odias -afirmó, con cara pensativa- ¿te hizo algo, no es así? ¿Algo muy malo?
Salió chismoso el señor Alexis, pero por alguna razón siento que podría contarle lo que sea. Es decir, no le daré los detalles, pero sí una idea general.
--Nada tan malo, solo jugar con mis sentimientos -admití- pero eso fue hace tiempo.
Hace tiempo bastante reciente.
--Ohh lo siento -dijo, con un ligero tono de lástima- hay que ser muy imbécil para jugar con tus sentimientos -agregó.
Lo miré sorprendida, ¿eso significa que él no jugaría con mis sentientos? Alexis me miró de vuelta y nos quedamos en silencio, estaba esperando a que él apartara la mirada, pero no lo hizo, ninguno de los dos.
Llevamos así ya varios segundos y me siento incómoda porque no sé qué está pasando, ni qué debo hacer, el silencio... Yo... necesito una interrupción, que suene mi celular, que aparezca Karina o algo.
¿Y si le pregunto la hora?
–¿Qué hora es? –pregunté apartando la mirada sin poder evitarlo.
--Leah -Alexis sonrió- tú tienes reloj, y yo no.
Me siento tan tonta.
--Es que no sé leer las agujas -inventé, aunque era medio cierto.
En eso sonó el timbre indicando que ya debíamos volver a clases.
¡¿No pudo sonar hace treinta segundos?!
.-.
Llegué a mi clase y aprovechando que la profesora aún no estaba busqué a mi amiga Mariela inmediatamente.
--Tenemos un problema –le dije.
--¿Qué pasa?
Miré a los lados para asegurarme de que nadie pudiera escucharme y me armé de valor para decirlo.
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En busca del amor
Novela JuvenilHarta de ser ignorada, Leah tiene como meta encontrar el amor. Esperar a que las cosas pasen por sí solas sin arriesgarse no ha dado resultado en 17 años, ¿cambiará algo si decide empezar a tomar riesgos?