En busca del amor

21- "¿De qué me perdí?"

--¿Por qué actúas tan paranoica? –preguntó Diego.

--Es que... ¡¿Qué voy a hacer?! 

--¿Con qué? ¿De qué estás hablando? -me miró confundido.

--No lo entiendes, Austin... ¿Qué le voy a decir? ¡Se arruinó mi plan!

Diego suspiró.

--Tienes razón, no te entiendo.

--Nos vemos luego –me despedí- será mejor que me vaya de aquí antes de que Austin aparez... -me callé al darme vuelta y encontrarme con la mirada confundida de Austin a tan solo unos metros de donde estábamos.

Oh no. ¿Me habrá escuchado?

¡Claro que te escuchó, estúpida!

Tierra. Trágame. Ahora.

--H-hola –dije avergonzada, le di la espalda y volví hacia donde estaba Diego, mis mejillas literalmente me arden, espero que sea por cualquier cosa menos por estar roja, Diego al verme soltó una carcajada que me confirmó que sí lo estaba.

--Ya podemos irnos, Leah –dijo mi amigo.

Les di la ventaja y caminé detrás de ellos, de verdad que me siento apenada, lo único que quería era que Austin no creyera que estaba despreciando su ayuda, y ahora es exactamente lo que cree. 

Tengo que decirle algo.

.-.

Diego y Austin seguían adelante conversando,  yo estaba más atrás escuchando música con mi celular. De repente oí a Diego mencionar  a Becca, me quité los audífonos discretamente.

--¿Y sigues enamorado de ella?

Miré de reojo como Austin asentía y puse los ojos en blanco. A pesar de todo, nunca pensé que estuviesen enamorados.

--¿Y Becca lo sabe? –preguntó Diego.

--Solo sabe que me gusta, pero me ha rechazado varias veces.

--¡JA! –Se me escapó inconscientemente y con un tono bastante burlón. Ambos me miraron extraño- yo... estoy probando si mi voz sigue sonando ronca –inventé rápidamente, espero que haya sido una excusa creíble- JA ¿Qué opinan, ya mi voz suena normal? Probando, probando: JA.

Me siguieron mirando raro y no respondieron nada. Genial, acabo de hacer el ridículo.

Se voltearon nuevamente y continuaron caminando.

--Talvez si se lo dijeras ella dejaría de rechazarte -comentó Diego.

Harta de su conversación me volví a poner los audífonos, hasta que me harté de mi misma y me los volví a quitar. Ya es hora de hablar con Austin sobre las tutorías, y también aclarar que no me acabo de burlar de él... aunque fue exactamente lo que hice.

--Oye Austin –lo llamé, él dejó de caminar y se dio vuelta.

No pienses qué dirás, deja que las palabras fluyan por sí solas...

¿Y si no lo hacen?

Pues ya estás acostumbrada a hacer el ridículo frente a él.

Cállate, conciencia.

--Acerca de que seas mi tutor... –comencé.

--No te preocupes, ya entendí que no quieres –dijo con voz tranquila, y antes de que yo pudiera decir algo sonó el tono de llamada de su celular y él se alejó para contestar.

--Me contó al respecto –me dijo Diego- ¿por qué no quieres que te ayude? ¿Cuál es tu problema con Austin?

--Pues que es Austin –dije con simpleza, Diego se quedó en silencio unos segundos y luego pareció reflexionar.