La profesora estaba al frente cruzada de brazos esperando a que todos hicieran silencio para poder comenzar su clase. Pero como mis compañeros son las personas más necias que existen, no se callaban.
--¡Silencio! -exclamó molesta- no puede ser posible, quiero que todos recojan sus cosas, ¡los voy a cambiar de asientos! Es evidente que han estado intercambiando lugares sin permiso y en esta fiesta nunca podré dar una clase.
Ay no... ¿Por qué justo cuando estoy a la par de Mariela nos cambian de lugar? Bueno, estoy a la par de Mariela porque me cambié de asiento sin permiso...
Tomé mi mochila y pasé al frente donde estaban el resto de mis compañeros esperando a que la profesora les dijera su nuevo lugar. Observé con tristeza como se iban asignando los asientos que yo quería, para cuando me llamaron ya solo quedaban los peores.
--Leah, siéntate en el pupitre de la esquina -me indicó la profesora.
¿De última, en serio? ¿Cómo pretende que ponga atención en clase?
Los pupitres a mi alrededor aún estaban vacíos y tenía esperanza de que a Mariela le tocara en uno de ellos. Finalmente adelante mío le correspondió a Mery, una compañera con la que solo he hablado un par de veces, pero me agradaba ligeramente. En diagonal mío le tocó a Becca, el amor de la vida de Austin, y casualmente a ese tonto le tocó en el asiento detrás de ella, a la par mía.
Rodeé los ojos, que ya lo haya superado no signfica que quiera tener que presenciar sus ligues todas las malditas clases.
Calma, talvez no sea para tanto, talvez ni notaré que están aquí.
--Listo -habló la profesora- veamos qué tal funciona esto.
Y durante el resto de la clase Austin y Becca no se callaron ni un solo segundo.
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En educación física nos pusieron a jugar fútbol. A los hombres en la plaza y a las mujeres en el gimnasio.
Yo no estaba jugando realmente, solo me quedaba parada por ahí viendo la bola pasar a mi lado, al igual que la mayoría de mis compañeras. Cuando la profesora miraba fingíamos que estábamos haciendo algo, pero ya solo faltaban unos minutos para el recreo del almuerzo, así que ya no me molestaba en fingir.
Solo unas cuatro compañeras estaban jugando realmente, entre ellas Becca, agh.
Escuché murmureos, me volteé y vi a los de la sección 11-4, el grupo de Karina, entrando al gimnasio y sentándose en la gradería a ver el partido.
¿Qué rayos hacen aquí?
Cierto, tienen educación física después de nosotros, debieron venir a dejar sus pertenencias para volver después del almuerzo.
Saludé a Karina con la mano y noté que más atrás estaba Dylan.
Y tuve una idea.
Dylan ama el fútbol... Si hago un gol, voy a impresionarlo.
¿Qué tan difícil puede ser hacer un gol? No soy tan mala deportista, si me gustara hacer ejercicio creo que podría llegar a ser muy buena, no lo soy solo porque lo detesto.
Comencé a correr hacia el lado del equipo contrario y me paré cerca del aro. Una de mi equipo venía con la bola, solo tiene que pasármela y haré el gol. Bueno, la muy tonta no me pasó el balón y trató de hacer el gol ella desde lejos, obviamente falló. Por tonta.
Seguí intentando jugar más pero nadie me pasaba el balón y menos ahora que la mayoría comenzó a jugar en serio, supongo que para impresionar al público.
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En busca del amor
Teen FictionHarta de ser ignorada, Leah tiene como meta encontrar el amor. Esperar a que las cosas pasen por sí solas sin arriesgarse no ha dado resultado en 17 años, ¿cambiará algo si decide empezar a tomar riesgos?