Prólogo

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>La luna está espectacular esta noche< Fue lo que pensó Zachary Efron en el momento en que se asomó por la ventana de aquella lujosa cabaña que habían alquilado, en la cual sólo era posible llegar remando. Sonrió y bebió un sorbo de su champagne.

Parecía como si la luna supiese que esa se trataba de una noche bastante especial. Estaba sola sobre el firmamento negro de Brasil y del mundo, no había ni una sola estrella haciéndole compañía, pero a decir verdad, no le hacían falta. La luna brillaba como nunca antes, con luz resplandeciente, y esa luz era suficiente para alumbrar las playas completas de Río de Janeiro.

Zac se dio la vuelta y dejó la copa en la mesilla de noche.

Hacía calor, más de la debida, pero eso era normal en clima tropical.

Le habían dicho que aquella ciudad era deliciosa, perfecta para una estadía tranquila y romántica, y no se habían equivocado al recomendársela.

Comprobó la temperatura del aire acondicionado hasta dejarlo fresco sin llegar a lo helado.

Ya se había quitado el saco y la pajarita del esmoquin durante el vuelo, así que sólo se ocupó de desabotonarse los primeros dos botones de la camisa blanca, y arremangarse las mangas hasta los codos. Se quitó los relucientes zapatos, y se deshizo de los calcetines oscuros.

Se sentó sobre la inmensa y acoginable cama, y miró directamente hacia la puerta del cuarto de baño en espera de que apareciese su nueva esposa... ¡Sí, joder! Su esposa...

Zac sintió un vuelco en el estómago como cada vez que pensaba en ella. El pecho se le inundó de felicidad y satisfacción.

¡A sus 28 años era el sujeto más feliz en todo el planeta tierra!

La amaba con todo su ser, y lo más genial e increíble era que ella lo amaba también.

Aún no podía creerse que le perteneciera, que esa criatura hermosa fuera completamente suya, que portara su anillo y su apellido... ¡Era sensacional!

Se habían unido en matrimonio justamente esa mañana de Abril en uno de los jardines más exclusivos y también el más costoso de todo San Francisco, porque la verdad era que no había escatimado en gastos. Había querido que su amada tuviera la mejor boda del siglo, y reconocía con orgullo que así había sido.

A esas horas, seguramente la prensa americana y también la internacional estarían hablando del gran acontecimiento. Aunque siendo sincero, la fama no le interesaba a Zac en lo más mínimo. Él solamente había querido darle a la mujer de su vida un día inolvidable, junto a sus familiares y amigos más cercanos... Por eso la boda había sido más que perfecta.

Apenas y podía esperar para que aquel momento que había estado esperando durante tanto tiempo al fin aconteciera.

Había estado el día entero tratando de esconder la tensión de su entrepierna de todos los invitados, había sudado nervioso y ansioso, contando las horas... Y es que nadie podía culparlo de desear a su esposa como él deseaba a la suya... Deseaba conocerla por fin, saber qué secretos albergaba la fragilidad y sensualidad de su cuerpo, saborear su dulzura, hacerla suya, convertirla en su mujer, y que no hubiera ninguna duda.

Con aquella enorme sonrisa que perduraba en su rostro desde los últimos meses, Zac cruzó sus brazos bajo su nuca, y se dejó caer sobre las almohadas.

La boda había terminado temprano porque así lo habían predispuesto. Enseguida habían abordado el avión privado de su suegro rumbo a su luna de miel en Brasil. Habían estado tan emocionados y felices que ni tiempo les había dado de cambiarse. Tampoco habían ido por el equipaje, simplemente habían despegado ansiosos porque las cuatro horas de vuelo terminaran de una vez.

Había sido un día largo y fascinante, pero ahora ahí estaban... a punto de consumarlo.

Zac se dijo que ese era sin duda el mejor de su vida, aunque enseguida rectificó recordándose el día en que la había conocido.

Sin duda había sido la mayor bendición de su vida... Y Zac estaba enormemente agradecido porque jamás imaginó que el cielo fuera a premiar a un sujeto tan descarrilado y desubicado como lo había sido él, precisamente poniendo en su camino a aquel bellísimo ángel.

¡Carajo! Ni siquiera soportaba pensar en cómo sería su vida si no la hubiese conocido... pero enseguida se tranquilizaba diciéndose que había sucedido, y que nada podía ser más perfecto...

Después rió.

¿Quién iba a decirle en aquel entonces que un par de meses después estaría casado? Corrección... felizmente casado.

 felizmente casado

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Hola!! Espero que esta historia les guste y me lean y me comenten ;) Esta historia es nueva o sea que apenas comencé a trabajar en ella, así que les pediré me tengan paciencia con los caps. En verdad deseo que les guste! Esperen el primer cap :D

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora