Capítulo 14

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¿Por qué tendría que ser así? Pensó Ashley durante todo el recorrido de Tisdale Concepts hasta su casa. ¿Por qué tendría que tener un pánico constante hacia ese hombre que jamás le había levantado un dedo encima, un hombre maravilloso, un hombre que la amaba contra todos y contra todo? ¡Su marido, por amor del cielo!

Ella había soñado muchas noches con él, con sus caricias, con sus besos, lo había deseado tanto, y había esperado tanto... ¡Oh, cielo santo! ¡No era justo! Gimió en silencio. ¡No era justo!

Era Zac, su Zac, él la amaba, ella lo amaba, sabía que jamás le haría daño pero no podía evitar que su cuerpo reaccionara de aquella manera, por su vida que no podía...

Lo miró. Zac la miraba también. Se había quitado el saco de su esmoquin, y se le veía más relajado que en la fiesta.

Sin embargo no lo estaba porque se daba cuenta de lo que a ella le sucedía. ¡Y que lo jodieran si no sentía su corazón quebrarse!

Para él los recuerdos eran angustiosos, y sabía que eran todavía peores para Ashley, pero no podía permitir que las cosas entre ellos continuaran como hasta el día anterior. Tenían que avanzar, no quedarse estancados donde mismo, y al final ir empeorando... No, Zac la amaba demasiado, y sabía que todavía ella lo amaba, así que no aceptaba quedarse de brazos cruzados. ¡Tenía que recuperar a su esposa!

El primer golpe de cuchillo siempre causaba dolor, y necesitaba coraje, pero una vez superado, la herida podía curarse. Zac tenía demasiada fe en ello.

Pero primero debía mantener la calma.

Se prometió que no la apresuraría porque no quería causarle temor con su amor y su pasión. Antes que nada quería ayudarla, y que ella comprendiera aquello, que ella siempre iba a ser lo más importante, que él ya no dejaría que nadie volviera a lastimarla jamás...

Estaba por decírselo, cuando por primera vez en mucho rato pudo mirarla a los ojos, y pudo ver ese dolor indefenso, y el miedo que dilataba las pupilas de Ashley.

Exhaló, aunque lo que quería hacer era golpear la maldita pared, o algo igual de sólido.

–Sea lo que sea que estés pensando, no, Ashley– le dijo con voz potente. Cruzó sus musculosos brazos sobre el ancho pecho.

Ella tragó saliva, y lo miró.

–N...no... no estoy pensando en nada– respondió al cabo de unos segundos que hicieron que su propio corazón latiera estrepitosamente.

–Sí, sí estás pensando, no me lo ocultes porque lo sé, pero lo entiendo, créeme, te entiendo mejor que nadie, así que relájate, preciosa, porque esta vez nada malo va a pasarte– Zac se acercó lentamente hasta ella, y la alarma interna de Ashley comenzó a sonar, sin embargo logró permanecer rígida y sin gritar, hasta que Zac la rodeó con sus brazos, besó su frente, y al fin se separó de ella, pero no del todo.

Ashley sintió su corazón golpetear contra su pecho, e hizo uso de todas sus fuerzas y autocontrol para no echar a perder ese momento, justo cuando todavía ni siquiera comenzaban.

>Relájate... ¡Por amor del cielo relájate!<

Zac vaciló. Iba a ofrecerle algo de beber como una copa de vino o algo igual de romántico. Habría sido lo ideal, pero recordando los recientes problemas de Ashley con el alcohol, la idea quedó descartada.

–Subamos a nuestra habitación– le tendió la mano.

Lo que más quería Ashley en ese instante era que un rayo la partiera en dos, o tan sólo desaparecer de ahí, de ese momento, pero el deseo era demasiado surreal, y sabía que no podía dar marcha atrás a pesar de que sentía que se moría.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora