Capítulo 2

638 29 15
                                    

¡Ya no podía esperar más! Ya había esperado suficiente... ¡Demasiado, joder!

¿Qué tanto estaría haciendo ella? No soportaba más la espera.

Zac se puso en pie de la cama, y caminó el espacio que le quedaba hasta la puerta de baño, sin embargo en ese momento se escuchó que la manija se abría, y vio a Ashley... su hermosa Ashley bajo una aureola de luz dorada.

Él la miró por un segundo que duró una eternidad.

Su cabello castaño recogido lo hacía querer desprender el moño, y perder sus manos en toda esa sedosa masa.

Ella se quedó de pie, en el arco de la puerta, y clavó sus grandes ojos marrones en él, vacilando.

El corazón de Zac volvió a explotar.

Ashley vestía un camisón blanco de encaje, pequeño, cortito, amoldado a todas y cada una de sus perfectas curvas... Se veía deliciosa, tierna, virginal, los elevados pómulos sonrosadas por su timidez natural, las larguísimas pestañas que bordeaban aquellos tímidos ojos castaños, ojos que lo miraban de una manera que lo mataba, ojos que provocaban en el cuerpo de Zac todo tipo de respuestas deliciosas, junto con aquel maldito liguero en su muslo que casi hizo reventar sus pantalones.

Una nueva oleada de sangre inundó su miembro. La potente erección le produjo dolor.

La recorrió de nuevo de arriba abajo, y entonces sus ojos admiraron toda la silueta, desde los esbeltos hombros, sus senos, la cinturita y las caderas, hasta las asombrosas columnas de sus piernas, la forma de las pantorrillas, los delicados tobillos, los pies pequeños, las uñas pintadas de rosa...

Zac no estaba seguro de poder seguir respirando.

Sin quitarle la mirada de encima, inhaló y exhaló para controlarse. Tenía que recordar que ella era muy frágil y pequeña. Nada de tirarla encima de la cama, y devorarla, nada, nada de eso.

Se contuvo, y decidió ocuparse primero que nada de su camisa. La desabotonó con prisa, y enseguida la arrojó al suelo. El inmenso pecho apareció cubierto por vello oscuro, e impresionantes tendones que se marcaban como oro y bronce a la luz de la luna, con sus grandísimos y musculosos brazos repletos de tatuajes negros.

La vio mirarlo impresionada y admirada, y aquello casi lo hizo gritar de lujuria, pero de nuevo permaneció tranquilo.

–Ven aquí, Ashley– la llamó sin moverse.

La vio temblar de deseo combinado con inseguridad... ¡Y es que era tan inocente! Pero pronto él eliminaría esa inocencia. Pronto.

Apenas podía esperar a ver su reacción cuando hubiera enterrado en ella cada centímetro de su miembro duro. Se le contrajo el estómago al pensar en ello, pero eso sería más tarde.

>Cálmate. No lo vayas a joder<

Con un tenso suspiro que rompió el silencio de la habitación, la vio quitarse la última horquilla que sujetaba el moño de su cabello, y los mechones quedaron sueltos hasta formar una cascada de chocolate que llegaba casi a su cintura.

Zac tuvo que reprimir un gemido de puro placer visual, porque enseguida la vio dirigirse a él, con los senos moviéndose tentadoramente sobre la tela del camisón. A cada paso que daba, el sexy tejido moldeaba y delineaba el nacimiento de esos pechos tan...

Él la atrajo hacia sí cortando de inmediato la poca distancia que los separaba, y durante varios momentos se limitó sólo a abrazarla, sin creerse todavía que le hubiese sido concedido aquel regalo.

Después bajó su cabeza, y la besó con deseo, presionando la lengua contra sus labios.

–¿Sabes lo que quiero hacerte, muñeca?– le dijo sin aliento, al tiempo que separaba su boca de la suya. Ella abrió los ojos para mirarlo con fascinación. –Todo. Quiero hacértelo todo. Quiero que seas testigo de cuánto me excitas...– pegó sus caderas con las suyas, en el caso de que ella no hubiera sentido ya la barra de acero.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora