Capítulo 16

207 10 9
                                    

Zac la miraba con ojos demasiado potentes, demasiado intensos, como si no pudiera terminar de comprender lo que ella había dicho, pero también como si pudiera comprenderlo a la perfección.

Apenas había procesado sus palabras.

–Ashley, no...–

Ashley negó con la cabeza interrumpiendo lo que él había estado a punto de decir.

–Necesito que me escuches– susurró ella. –Necesito que comprendas por qué me resulta imposible estar cerca de ti, y que me toques, sin sentir que me muero por dentro– las palabras surgieron de su boca como si le hubieran extirpado la garganta por todo el dolor que le causaba.

Zac tragó saliva, y se quedó inmóvil. Sus facciones estaban deformadas por la angustia de la incertidumbre.

Ashley secó sus lágrimas, aunque sabía que sería inútil porque en cualquier momento comenzaría a derramar más. Se sentó en el sofá del estudio, y exhaló repetidas veces, intentando mantenerse con calma.

Zac miró cada uno de sus movimientos. Él seguía estupefacto, el corazón le bombeaba a mil por segundo, la garganta se le había secado, las manos le sudaban al igual que las sienes, el estómago lo tenía contraído. Su corazón y sus pulmones se quedaron en suspenso, como preparándose para una fuerte conmoción.

–Yo no deseaba que sucediera así, pero no pude evitar que pasara, no fui lo suficientemente fuerte, ni lista...– Las lágrimas comenzaron a seguir su sendero.

No lo miraba a él, miraba hacia la nada, hacia el vacío, y Zac supo que Ashley ya no se encontraba ahí con él... Había vuelto a esa lluviosa y horripilante noche de abril.

–Ni siquiera alcancé a llegar al tocador... ¿Recuerdas que te dije que necesitaba ir? Pues no era cierto, no necesitaba ir, solamente había querido ir a retocarme el maquillaje, y asegurarme de que me encontraba bonita para ti... Pero antes de que pudiera entrar, un par de manos me lo impidieron, una rodeó mi cintura atrayéndome hasta su cuerpo por la espalda, y la otra tapó mi mano, algo muy obvio, pues si no hubiese sido así el grito que solté y que se ahogó en su palma se habría escuchado–

Zac cerró los ojos, y desvió la mirada. Muy a su pesar, imaginó la escena. Ashley maniatada y amordazada, intentando gritar y pedir auxilio, sus ojitos aterrados... ¡Joder! Si tan solo hubiese habido alguna manera de que él lo hubiera podido impedir... ¡Maldita sea!

–Yo sabía que algo muy malo estaba a punto de sucederme... Tenía demasiado miedo, y sólo podía pensar en ti, esperándome ahí en la mesa del restaurante–

¿En él? Zac quiso golpearse a sí mismo. No iba a soportar que ella siguiera. ¡Mierda! Por su vida que no.

Ashley dejó resbalar unas cuántas lágrimas, y se encargó de limpiar el resto. Llevaba encima la sensación de estarlo viviendo todo de nuevo. El pánico, el horror, el desespero...

Podía sentir todavía las manos de ese sujeto impidiendo que ella escapara, sentía todavía su aliento en la nunca, y la dura excitación masculina apretarse contra el hueco de su espalda... ¡Lo más asqueroso!

Ashley cerró los ojos, y se estremeció. La sensación era demasiado real, quemaba su cerebro.

La psicóloga le había dicho muchísimas veces que a veces era bueno hablar de ello, pero Ashley no lo sentía así. Jamás hubiese querido hablarlo con Zac, pero esta vez no le quedaba otra opción. Tenía que hacerlo... Sobre todo antes de marcharse.

–La voz de ese hombre... la voz de Jason me hablaba pero yo no entendía, y ni siquiera así consiguió que me mantuviera quieta... Yo me revolví en sus brazos, pataleé, me retorcí... Te juro que hice hasta lo imposible por librarme de su agarre pero no pude hacerlo, él era más grande que yo– más lágrimas, más llanto, más lamento.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora