Capítulo 8

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Un mes entero había transcurrido, y ahora... ahora estaban de regreso en Estados Unidos. Habían vuelto a California, a San Francisco, y la verdad era que Ashley había creído que se sentiría mejor cuando regresara, pero estaba dándose cuenta de que el dolor era el mismo, la agonía, la desesperación...

Mientras bajaba del avión, pensó angustiadamente en qué era lo siguiente que tendría que hacer para poder sentirse en paz. No tuvo respuesta, y con amarga resignación, comenzaba a pensar en que tal vez nunca la tendría. Exhaló y miró a Zac. No se habían hablado en todo el vuelo, pero ella lo había preferido así.

Zac se veía con mala cara, a pesar de que también había estado ansioso por volver.

Durante todas esas horas de trayecto aéreo, no había podido dormir. El asiento del avión no había sido diseñado para un hombre de su tamaño, y todo cuanto había podido hacer había sido apoyar la cabeza en el asiento, y cerrar los ojos.

Ahora el cuello le dolía horrores, y aquello no hacía sino ponerlo de peor humor.

Él miró a su esposa, y continuaron el silencio.

Enseguida observaron en la autopista a la camioneta Suburban negra que solía manejar el jefe de seguridad que había contratado Zac para la que ahora era su casa. De inmediato el hombre de nombre Kevin se bajó del vehículo para comenzar a subir todo el montón de maletas. Saludó a los recién casados, pero de inmediato percibió el aura de tensión que los rodeaba, y prefirió mostrarse únicamente cortés y profesional.

A los pocos minutos el matrimonio Efron salió del Aeropuerto de San Francisco directo a la que sería su nuevo hogar.

Recorrieron la ciudad entera puesto que el aeropuerto se encontraba a las afueras.

San Francisco era una ciudad hermosa, desde el Golden Gate hasta sus casas, sus calles, el claro firmamento naranjado que se apreciaba por las tardes.

San Francisco era una ciudad hermosa, desde el Golden Gate hasta sus casas, sus calles, el claro firmamento naranjado que se apreciaba por las tardes

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En esa ciudad habían nacido los dos, habían pasado todas sus vidas, así que se sintieran mejor o no, era preferible estar ahí a seguir en un país extranjero.

Parecía una tarde como cualquier otra que pudieran recordar. Había personas terminando sus días laborales, niños jugando, adultos jóvenes haciendo ejercicio en las calles o paseando a sus mascotas. Ashley se daba cuenta de que la vida había seguido para todo el mundo. Todo marchaba normalmente para ellos, y ella comenzó a envidiar esa normalidad que le había faltado en su vida desde la noche de la violación.

No tardaron mucho en llegar al fraccionamiento residencial, y a la enorme casa que habían comprado con tanto amor, y después decorado con muchísimas ilusiones... Ilusiones que ahora se encontraban rotas.

La casa era inmensa y hermosa. Zac solía decir que la habían escogido juntos, pero la realidad era que él hubiese comprado cualquiera que Ashley le dijera, los deseos de ella eran sus órdenes. Por eso en cuanto había visto aquella agradable mañana, semanas antes de su boda, que su futura esposa había quedado completamente enamorada de esa en especial, Zac no había dudado en cuestionarle o pedirle que miraran unas cuantas más, inmediatamente habían firmado el trato y depositado el dinero en efectivo.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora