Octubre. Habían pasado los meses, y ya se encontraban casi a mitad de Octubre, lo cual significaba que hacía ya un buen rato que había pasado la pretemporada, y había dado inicio la temporada regular de la NFL, y junto con ello el montón de fechas agendadas para Zac Efron el quarterback estelar del equipo 49ers de San Francisco.
Hasta el momento, en lo que iba de la temporada, iban invictos en sus cuatro pasados partidos. Había obtenido un 34 - 16 ganándoles a los Rams de Los Ángeles en L.A. Memorial Coliseum, un 27 - 22 en el Century Link Field de Seattle venciendo a los Seahawks, un 39 - 24 contra los Chargers de San Diego, y un 45 - 12 contra los Cardinals de Arizona, ambos partidos en casa.
El siguiente partido sería el próximo domingo en la ciudad de Dallas contra los tan odiados y al mismo tiempo, amados Cowboys.
Esa era una fresca mañana de entrenamiento, y a pesar de que no debían ser más de las diez, nada le había salido bien a Zac. Era incapaz de recordar un momento en el que se sintiera libre de preocupaciones.
–¡Hey, Zac, quita esa cara, amigo!– le dijo Corbin Bleu, su receptor, mientras detenía su actividad de atrapada de balones.
–¿Perdona, qué?– le preguntó Zac que hasta entonces había permanecido distraído.
Corbin rió.
–¿Estás bien? Tienes cara como si hubiera una hilera de toros a punto de ser castrados, y tú fueras el siguiente– bromeó.
Zac negó con la cabeza, y exhaló. Debía parecer tan nauseabundo como se sentía.
–Estoy bien– consiguió decir, después se dedicó a su tarea de seguir lanzando el ovoide.
Corbin frunció el ceño no muy convencido, pero enseguida regresó a su posición estratégica.
El equipo entero continuó entrenando como de costumbre. Se encontraban en la enormidad del estadio Levi's, se encontraban casi treinta hombres en el campo, mientras que los otros treinta descansaban y tomaban algo de Gatorade en sus bancas.
Al igual que sus compañeros Zac se encontraba con ropa cómoda, una camiseta de algodón color gris con el logotipo del equipo por supuesto, unos pantaloncillos cortos, y sus tachones, y sin embargo se sentía como si llevara puesta la ropa más incómoda del mundo.
De un momento a otro, pidió tiempo dejándolos a todos sus compañeros confundidos, y se dirigió hasta llegar a uno de los barrotes de las gradas para poder recargarse en ellas.
¡Maldita sea! No podía concentrarse. A decir verdad, no lo había logrado desde hacía meses, y era todavía un misterio para él saber cómo demonios había logrado mantener a su equipo invicto si su mente era un caos de día y de noche, y la situación la llevaba mucho peor desde el fin de semana pasado.
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Paz Robada® (Zashley)
RomanceRío de Janeiro... Todo un paraíso. Un lugar exótico y único, donde los días están llenos de color y vida, y las noches oscuras son iluminadas con la luz de la luna... Playas preciosas, clima tropical... Un lugar lleno de fantasías y emociones, ideal...