Capítulo 11

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Aquel era un nuevo amanecer, y aunque Ashley había terminado aceptando todo, aceptando que ese era el destino que le había tocado, no tenía ganas de levantarse y continuar con su vida.

Aunque era una bonita mañana de Mayo, para Ashley era triste y desolada, gris... Sí, eso era, una mañana bastante gris.

El aborto del día anterior todavía no cumplía ni las veinticuatro horas, así que tenía todo el derecho del mundo de seguir sintiéndose de aquella manera, sin embargo hubo un pensamiento, uno solo que le dijo que si continuaba encerrada en aquella casa, su cabeza explotaría. No quería nada de aquello, así que de inmediato se levantó de su cama para tomar una ducha y arreglarse.

El doctor le había encomendado absoluto reposo por lo menos durante una semana, pero Ashley sabía que no soportaría ni siquiera un par de horas más, así que sin importarle nada, ella se presentaría esa mañana en Tisdale Concepts.

Mantener su mente ocupada era lo que realmente necesitaba.

Después de estar lista para salir, vestida de negro deliberadamente en su traje chaqueta y su blusita de seda, salió de la habitación.

Se encontraba bajando las escaleras de la casa, cuando María apareció por ahí.

–¡Por amor del cielo, señora! ¡Usted debería estar en cama!– de inmediato corrió hasta ella para ayudarla en cualquier paso que diera.

Aunque Ashley debía admitir que sentía algunas molestias en su pelvis, todavía era perfectamente capaz de bajar esos condenados escalones, a pesar de que de inmediato recordó el momento en el que el dolor de su aborto la atravesó justo en ese mismo lugar.

Palideció, pero aquello fue todo. Desterró esos recuerdos de su mente, y continuó bajando, con su brazo sostenido por María.

–Estoy bien, no es necesario que te preocupes tanto, María– le dijo en tono quedo.

–Pero, señora, hace apenas un día usted estaba...– se quedó callada.

Ashley sintió un dolor en el pecho muy profundo. Aquella herida estaba demasiado reciente.

–Lo sé, hace un día perdí a mi hijo–

–Lamento tener que recordárselo–

Ashley negó con la cabeza.

–No hace falta que te lamentes por recordármelo, porque de cualquier manera yo jamás podré olvidarlo– murmuró Ashley, y antes de que un par de lágrimas se escabulleran y arruinaran su maquillaje, ella las limpió.

María asintió con aflicción. Había aprendido a estimar a sus patrones, y sobre todo a ella, porque a pesar de que no entendía nada de lo que pasaba en sus vidas, ni entendía el tipo de matrimonio que mantenían, bastante extraño a su parecer, sabía que se amaban, y que por algún motivo en específico, estaban sufriendo, y demasiado, y aquello venía mucho antes del aborto del día anterior. Ella había esperado trabajar en una casa llena de amor y felicidad, pero la realidad estaba siendo muy distinta. Lo lamentó, lo lamentó muchísimo.

Y Ashley lo lamentaba más. Enseguida caminó hasta la puerta, y entonces María despertó de su trance.

–¿Pe...pero a dónde va?– cuestionó preocupada.

–Necesito salir de aquí– respondió Ashley evasiva.

–El señor Efron me dejó indicaciones muy precisas de que me ocupara de que usted reposara–

Ashley no se sorprendió de saber que Zac no se encontraba en casa, pues a esa hora o incluso más temprano, él acostumbraba salir a correr cerca de la costa.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora