Capítulo 26

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Cuando Ashley despertó, se encontró recostada sobre el sofá de su sala.

María se encontraba a su lado con una botella de alcohol en su mano, y un trozo de algodón en la otra, con expresión verdaderamente consternada.

Ashley arrugó los ojos intentando acostumbrarse de nuevo a la luz, pero entonces cuando recordó que no había estado durmiendo, sino que seguramente se había desmayada, y sobre todo cuando recordó el motivo del desmayo, abrió los ojos con desesperación, y de inmediato se enderezó quedando sentada sobre el sofá.

La empleada se mostró un poco más tranquila de verla ya recuperada, sin embargo tranquilidad era lo último que Ashley sentía.

–¡¿Dónde está?!– fue lo primero que dijo. ¡Cielo santo, ¿dónde está?!– repitió aterrada.

María la miró sin comprender.

–¿De quién habla, señora?­–

Ashley comenzó a llorar.

–Statham– sollozó sin freno. –¿Dónde está Statham?–

–¿Se refiere al socio de su padre? ¿El que vino hace unos momentos?–

Entonces Ashley se tapó el rostro mientras lloraba, y no respondió a sus preguntas.

María se confundió todavía más. Se inclinó hacia ella intentando calmarla.

–Ya se ha ido, señora. ¿Pero por qué llora? ¿Acaso ese hombre le hizo algo?–

Todavía con el rostro cubierto con sus manos, Ashley asintió. Ya no soportaba más, ya no podía.

–Él me violó...– susurró, y más sollozos ahogaron su voz. –Me violó en mi luna de miel con Zac–

Impactada María dejó caer al suelo el alcohol y el algodón, y miró a su patrona, horrorizada

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Impactada María dejó caer al suelo el alcohol y el algodón, y miró a su patrona, horrorizada.

Comprendió que ella no bromeaba, y que tampoco había escuchado mal.

–¡Por la virgen!– exclamó consternada.

Ashley no dijo nada más, y María por fin comprendió cuál era la causa de todos los problemas que había sufrido ese matrimonio.

María cerró sus ojos al verla destrozada, con la carita desfigurada, y lo lamentó muchísimo. Se preguntó por qué la vida era tan cruel al hacer sufrir a las personas más nobles y dulces.

–Señora, yo...– ni siquiera sabía qué decir. Estaba conmocionada, y se sentía enferma por haberle permitido el paso a ese desgraciado, y haberlo tratado con tarta cortesía.

Ashley la miró fijamente, y se limpió las lágrimas.

–María, por favor no vayas a decirle nada a Zac– suplicó. –No vayas a decirle que él vino–

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora