Capítulo 13

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Zac estacionó su Ferrari rojo justo frente al Mercedes Benz de Ashley.

Después de haber ido a su oficina, y haberar salido con el corazón hecho una garra, se había ido directo al gimnasio a descargar toda la tensión. Se había ejercitado cerca de tres horas continuas, y después se había ido a caminar por la bahía del Golden Gate, algo que últimamente estaba haciendo con muchísima frecuencia, pues las largas caminatas por la arena serían siempre un buen remedio para despejar mentes.

Zac se encontraba exhausto, y lo único que quería era dormir.

Debían ser cerca de las diez de la noche. Miró su reloj, y lo confirmó. Más de las diez.

Supuso que Ashley debía estar ya dormida, o como mínimo encerrada en su habitación, y se dijo que era mejor así. Tal vez ninguno de los dos estaba preparado para volverse a ver después de lo ocurrido en Tisdale Concepts.

Exhaló, y entonces Browser salió corriendo de adentro de la casa para recibirlo como una avalancha de pelos.

–¡Hey, amigo!– lo saludó Zac aunque el entusiasmo que siempre sentía al ver a su fiel compañero, esta vez no llegó. Sin embargo pudo emitir una sonrisa, después de todo, las mascotas siempre tenían el poder de alegrar el alma, así fuera una mínima parte.

El animalito respondió a su saludo con los arduos movimientos entusiasmados de su cola.

Zac rascó sus orejas, y después caminó hasta la entrada de su casa, mientras Browser emitía impresionantes saltos de felicidad.

–Te advierto que justo ahora no soy la mejor compañía. Deberías ir por ahí y ser feliz, tú que sí puedes– le dijo con media sonrisa, envidiando la capacidad de los perros de ser felices con las más simples cosas, luego subió escalones, y Browser sin dudarlo, lo siguió.

Se sintió algo turbado al pasar frente a la habitación de Ashley, pero entonces notó que la puerta estaba abierta. Sabía que debía pasarse de largo, pero no pudo evitar echar un vistazo.

La habitación estaba vacía.

Zac encendió luces, y continuó vacía.

Al parecer Ashley no estaba ahí.

Entonces Zac frunció el ceño. Su esposa jamás deambulaba por la casa ya caída la noche, solía pasarse las horas encerrada ahí, pero ella no estaba ahí, a pesar de que su auto se encontraba afuera estacionado.

Se preguntó enseguida dónde podría estar.

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La casa estaba demasiado oscura.

Ashley se preguntó por qué demonios no se le había ocurrido encender al menos las luces traslúcidas... Demasiado tarde, estaba tan mareada y estaba tan oscuro, que jamás podría encontrar el intermitente.

Se encogió de hombros y tomó la botella de Smirnoff. Se tambaleó, y casi cayó directo a la piscina pero afortunadamente no fue así.

Ashley sonrió sin darse cuenta del terrible peligro que corría de caer a esa enorme piscina en completo estado de ebriedad.

–Oops– rió, y a tientas buscó la puertilla de cristal para entrar a la casa.

En medio de la oscuridad, Ashley se golpeó un dedo de su pie con el esquinero del recibidor.

–¡Maldita sea!– exclamó furiosa.

Se abrazó a sí misma durante el tiempo que el dolor tardó en atravesar su cuerpo e impactar en su cerebro.

Paz Robada® (Zashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora