Los rayos del sol anunciaron el inicio de un nuevo día en el mundo, mientras que la alarma de su teléfono le anunciaba el inicio de un nuevo día escolar.Con algo de pereza fue abriendo lentamente sus inusuales ojos para adaptarse a la luz natural que le brindaba su ventana que, como desde hace una semana, se encontraba abierta en las mañanas.
"¿Me habré vuelto sonámbulo?", se preguntó mientras se tallaba los ojos y se sentaba, sintiendo así la brisa que movía las delgadas cortinas.
Abrió los ojos más de lo habitual para después voltear hacia todos lados su cabeza... Nadie... Nadie más que él estaba en esa habitación, así que se trató de calmar.
Desde hacía un tiempo, un poco antes de que la ventana amaneciera abierta, creía escuchar una voz que le decía "buenos días", pero siempre era igual: Solo estaba él y nadie más, por lo que le restó importancia.
No era la primera vez en su vida que pasaba, después de todo.
Dio un pesado y cansado suspiro, tomó su teléfono para quitar aquella melodía que había puesto de alarma para después estirar sus brazos hacia el frente.
—Buenos días —Le dijo a Medianoche, su lechuza, específicamente un cárabo común, que se encontraba ya dormido en su jaula por lo que simplemente la cerró—. Al menos hay algo bueno en el hecho de que amanezca la ventana abierta —comentó, pues así el animal tenía unos minutos más de descanso. De pronto escuchó algo parecido a un murmullo cerca de la jaula, miró hacia la izquierda del objeto pero no vio nada—. ¿Me estaré volviendo loco? —Se preguntó para ver de nuevo a su mascota—. Creo que no —respondió al ver que el ave también veía al mismo sitio donde él había fijado su vista. Este giró su cabeza un poco más para asegurarse de que nadie, además de su amo y él, se encontraban en la habitación, al notarlo así puso su cabeza de nuevo en su posición natural para mirar a su dueño con aquellos ojos completamente negros y misteriosos, pero a la vez hermosos, que poseía y cerrarlos para volver a dormir.
—¡Piko! —Escuchó que la voz de su madre que lo llamaba desde la planta baja cuando ya había terminado de alistarse para el colegio—. ¡Baja a desayunar! —Escuchado esto, el joven tomó su mochila para bajar las escaleras y así ingresar al pasillo que conectaba la sala y el comedor.
Pronto sintió que su nariz era deleitada por el agradable aroma del espagueti a la boloñesa y estaba en lo cierto, en la mesa de encontraban tres platos de aquel platillo italiano. Sentada frente a uno de ellos se encontraba su hermana menor que, como era muy común, se encontraba leyendo un libro. La niña de doce años, al notar la presencia de su hermano, sonrió y se paró. En ese momento su mamá salió de la cocina con una jarra de cristal con limonada en sus manos, al igual que la menor sonrió al ver al chico.
—Buenos días, cariño. —Le saludó esta última mientras dejaba el objeto en la mesa y se acercaba al de cabello blanco.
—¿Y esto? —preguntó el muchacho, totalmente extrañado ante aquel espléndido desayuno en el comedor. Su hermanita rio.
—A veces eres despistado, hermano —comentó, Piko se quedó mirándola con aún más confusión.
—¿Eh? ¿De qué hablas? —cuestionó. La mayor sonrió.
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El Llamado de los Muertos
Fanfiction"Sabía que no era común el poder escribir en espejo sin ser zurdo o disléxico, ni tampoco poderlo leer como si fuera la escritura normal. Tampoco era común escribir de cabeza y decir una frase completamente al revés sin problema, además de ver sombr...