Capítulo 24- Sin importancia

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Oliver abrió los párpados con dificultad.

La luz provocó que cerrara fuertemente los ojos de inmediato, estaba totalmente desacostumbrado. Poco a poco los fue abriendo más hasta poder enfocar su vista por completo, observando cómo le miraban atentamente con una sonrisa.

—Bienvenido de vuelta, Oliver —dijo Miku—. Es un gusto conocerte al fin.

—Hola... —respondió el mencionado, sintiendo su garganta algo seca en el proceso. Pronto su vista se fijó en la persona que estaba a su otro costado y que le tomaba la mano.

A pesar de que se sentía agotado y con todo el cuerpo entumecido, no pudo reprimir una enorme sonrisa.

—Los dejaremos solos. Si creen que algo anda mal, llámenme. Estaré esperando en la cafetería —indicó la mayor a lo que Piko asintió. La mujer se retiró junto con la niña y el par de espectros. Ambos adolescentes se miraron.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el de cabellera blanca en un intento de iniciar una conversación. Oliver suspiró.

—Mi cuerpo está débil y todo dormido, mi garganta se siente como un desierto —intentó incorporarse un poco, cosa que logró con ayuda de Piko y unas almohadas—. Pero estoy feliz de regresar. —Aprovechó la cercanía para acariciar la mejilla del contrario, quien se ruborizó ligeramente, pero no se apartó. Pronto su mano tomó la mejilla y ambas miradas conectaron.

Sin embargo, Oliver se avergonzó al recordar que no poseía su ojo izquierdo.

—Perdón —dijo mientras cerraba el párpado donde la cuenca estaba vacía, su otra mano se apresuró a cubrir aquella parte y observó al lado contrario—. Lo había olvidado. —Deshizo el toque que tenía su mano con el Utatane, pero este la tomó y la apretó.

—No le des importancia a eso —Se apresuró a decir, con su mano libre tomó la barbilla de Oliver e hizo que le viera a la cara, tomó la mano que cubría aquella cuenca—. A mí no me importa —declaró mientras poco a poco descubría la cara del contrario a pesar de la apenada expresión del rubio, acercó sus labios a aquel párpado que ocultaba el vacío y le regaló un suave beso.

Aquella acción había dispersado la inseguridad de Oliver.

Se observaron por unos cuantos segundos antes de que Piko acercara sus labios con evidente nerviosismo, a unos cuantos centímetros se detuvo, buscando una respuesta positiva por parte del mayor, quien con una pequeña sonrisa volvió a tomar la mejilla ajena.

Le jaló para cortar toda distancia.

Lastimosamente, apenas fue un roce, ya que el monitor de signos vitales desde hacía un rato había comenzado a manifestar el acelerado pulso de rubio. Esto ocasionó que se separan casi de inmediato por el sonido de la puerta abriéndose, mostrando así a una enfermera que miró con asombro a al paciente.

—¡Joven Oliver! ¡Ha despertado! —exclamó con algo de alegría—. ¿Cómo se encuentra? —preguntó mientras se acercaba rápidamente al monitor.

—B-bien, supongo —respondió el mencionado de manera vaga. La mujer miró el monitor, el pulso había bajado, pero aún se encontraba algo alterado. Iba a continuar con otras preguntas cuando miró que la mano de aquel chico de cabello blanco sostenía la de su paciente.

Ambos adolescentes soltaron sus manos al darse cuenta de aquello y el monitor volvió hacer de las suyas. La enfermera sonrió al comprender lo que sucedía.

—Iré por el doctor para que le haga las revisiones pertinentes —anunció mientras se dirigía a la salida de la habitación—. Regreso en un momento. —Y se fue, cerrando la puerta tras ella.

El Llamado de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora