Capítulo 12- La Ascendencia Utatane

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Era 24 de Diciembre y, como todos los años en Noche Buena, se dirigían desde temprano a la casa de su abuela paterna, al otro lado a las afueras de la ciudad.

Eran las 9:11, hacia 23 minutos que habían partido de su hogar. Piku se encontraba en el asiento de copiloto entablando una conversación con su madre, Piko estabas en el asiento trasero al de su madre con sus audífonos puestos mientras dormía un poco apoyado en el cristal, Lui se había puesto al lado del de cabello blanco antes de que Oliver lo hiciera, quien simplemente suspiró pesadamente por la acción. Debido a que la señora Utatane estaba presente no podían hablar con ninguno de los hermanos, por lo que hicieron plática entre ellos, sin embargo desde hacía siete minutos que ya no había conversación, por lo que al Hibiki no se le ocurrió mejor idea que acurrucarse a su novio de chocolate.

—¿Estás cómodo?— preguntó el adolescente rubio con cierto tono de enojo.

—Mucho— respondió el niño —, Piko es suave y calientito, además huele bien. Gracias por preguntar.— seguramente Oliver tendría la vena saltada.

Llegaron a la vieja casona que pertenecía desde hace mucho tiempo a la familia Utatane, Piku despertó a su hermano quién se talló los ojos y se estiró para luego quitarse los audífonos. Salió del auto para ayudar a bajar algunas cosas mientras los fantasmas seguían de cerca.

—¡Hola! ¡Qué bueno que llegaron!— exclamó una de sus dos tías paternas mientras les abría la puerta —Pasen, saben que esta es su casa también.

—Gracias.— agradeció su madre mientras todos entrenan a la construcción. La puerta fue cerrada.

—¿Quién es, hija?— preguntó una mujer de avanzada edad entrando con paso lento y ayudada de un bastón. Al verlos una sonrisa se formó —Ya veo, me alegra verlos por aquí este día. Pero hija— habló refiriéndose a la progenitora de Piko y Piku —, deberías ir con tu familia.

—Mi familia se encuentra en otra ciudad muy lejos de esta, por lo que es complicado ir— le comenzó a explicar —. Además usted tiene derecho de ver a sus nietos aunque sea una vez al año y me agrada mucho estar aquí, por lo que no es un problema.— una hermosa sonrisa se formó en la viuda.

—Aún sigo pensando que deberías conseguir una nueva pareja— en ese instante ambos hermanos se mordieron los labios, se venía el reto de todos los años —. Con ese cuerpo y esa cara seguro tienes a tus pies a muchos hombres. De hecho aún me pregunto qué le viste a mi hijo. Él era un simple atún, tú en cambio puedes llegar a pescar una verdadero bagre.— tanto Piko como Piku hacían su esfuerzo por no reír. La madre de ambos parpadeó apretando los labios sin saber bien qué decir.

—Gracias, señora, pero estoy bien sola y con mis hijos.— respondió al final.

—Bueno, es tu vida y no puedo intervenir. Pero ese es mi consejo— la anciana sonrió —. Pero pasen, hay mucho que hacer para esta noche, aunque son los primeros que llegan— todos los presentes comenzaron a adentrarse a la sala —. Además mi esposo se alegrará al verlos.

—Mamá— habló la tía de los hermanos —, papá hace mucho que murió.— le decía como todos los años.

—Eso ya lo sé, pero siempre se pasea por aquí. Ay, mi esposito, pudiendo agarrar la apariencia de joven se queda en la de anciano. Es un terco— habló la mujer mayor negando con la cabeza, tanto Piku como Piko y su mamá sonrieron de manera triste, eran los delirios de la anciana —. Hola, viejito, ya te iba a buscar.— dijo la mujer mayor mirando hacia un sillón vacío...ante los ojos de su hija, su nuera y su nieta, pues su nieto podía ver a su difunto abuelo al igual que ella. Este tenía cara de asombro mientras que los otros seres sin cuerpo tenían la misma expresión pero con una gran sonrisa.

El Llamado de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora