Capítulo 26- Coincidencia... ¿Verdad?

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Caminaba buscando la calle que Oliver le había indicado.

Miró su teléfono, optando por usar la ubicación que le había mandado y avisarle que se encontraba cerca.

Se sentía algo nervioso, aunque sabía que no debía estarlo. Ni sus padres ni sus hermanas estarían en casa en las horas que estaría allí.

Aunque quizás le intimidaba un poco el hecho que la casa se ubicara en una de las zonas más caras de la ciudad.

Cuando llegó a la casa que debía ser de la familia de Oliver, casi se le cae la quijada al suelo.
Estaba seguro que toda su casa entraría en el patio delantero de la del rubio.

"Y eso que mencionó que no eran de clase muy alta" recordó rápidamente.

Si lo decía, es porque suponía que conocía gente que realmente lo era... Él por su parte prefería quedarse sin saber cómo serían.

Se acercó con cautela y tocó el timbre, después de unos segundos escuchó como la bocina junto a la cámara se encendieron.

—"¿Qué hay? ¿Quién es? ¿Qué quiere?". —escuchó la voz de Oliver imitando a Edna Moda, cosa que le hizo reír un poco y le alejara un poco el nerviosismo.

—Soy yo, Piko.

—Vaya, pero que lindo estas —Aquella frase le hizo sonreír—. ¡Entra! ¡Ven, ven! —Escuchó que la puerta de la reja dio un pequeño pitido y se abrió. La empujó para entrar y la volvió a cerrar, asegurándose de lo último.

Comenzó a andar por el camino que guiaba a la puerta de la casa, puerta que fue abierta por un sonriente Oliver cuando se encontraba cerca.

—Hola, bel fiore —saludó con entusiasmo—. ¿Cómo estás?

—Hola. Bien, gracias. ¿Tú? —contestó, terminando de caminar.

—Muy feliz de volver a verte —dijo mientras se apartaba un poco—. Ven, pasa —invitó, a lo que Piko respondió un suave «gracias» mientras entraba—. Espero que no te haya sido difícil encontrar mi casa. —comentó sin recibir respuesta inmediata, pues su invitado se encontraba analizando la construcción y lo que había en él. Sonrió, parecía un niño.

—Eh... No, no fue difícil —respondió el Utatane una vez regresó de su pequeño trance.

—Menos mal, tenía miedo de que te perdieras —Jugó con sus manos un poco antes de aventurarse a darle un corto y suave beso, cosa que tomó al menor por sorpresa pero que le hizo sonreír con un sonrojo—. Deja de ver las cosas, soy el mismo Oliver que conoces.

—Lo sé, solo que nunca había entrado a una casa tan grande...

—La de tus abuelos es bastante de grande, creo que más —señaló, abrazando su cintura con cierto nerviosismo. Piko le miró tratando de darle seguridad, aunque él también se hallaba con el corazón acelerado.

—Sí, pero una parte era una fábrica. Así que no es totalmente una casa —comentó—. Es... Linda —dijo al final, viendo a su alrededor.

—Gracias —Le dio un beso en la mejilla antes de tomarle de la mano—. Vamos a mi cuarto, estaremos más cómodos. —Comenzó a guiarle a la escalera de la casa a un paso lento y calmado, pues hacía poco había comenzado a andar por su cuenta.

Sin embargo, un ruido en la cocina alertó al de cabellos blancos.

—Oliver, dijiste que tus padres no están aquí, ¿verdad? —preguntó, la idea de toparse con los progenitores del rubio le ponía nervioso.

—No, no lo están ni lo estarán por unas horas. Tampoco están mis hermanas, no te preocupes —Le trató de tranquilizar con una sonrisa—. Sin embargo, por obvias razones ya no me dejarán completamente solo, al menos por ahora —explicó antes de mirar hacia dónde provino el ruido—. ¡Ann! —De la cocina, una mujer rubia de marcados bucles salió, poseía unos pantalones de mezclilla con una sencilla blusa blanca de escote en V.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2020 ⏰

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