Capítulo 23- Contacto

53 5 52
                                    

James y Lui se encontraban sentados bajo un árbol mientras veían a los niños jugar. Los dos se habían quedando en silencio después de unos minutos de charla.

—¿Entonces? —interrumpió Lui pasado un tiempo de reflexión de ambas partes, James dio un suspiro antes de mirar el cielo por un breve instante, ordenando sus ideas.

—Yo... Sé que nunca lo digo, pero te estimo mucho, te tengo cariño, aunque te sorprenda. —El Hibiki le observó detenidamente—. No, no estoy bromeando —respondió James ante la acción del otro.

—¿De verdad me quieres? ¿Estás aquí por cuenta tuya? —Lui se inclinó hacia su acompañante, tratando de ver con exactitud cada movimiento del rostro ajeno, este apretó los labios.

—Por supuesto que vengo por mi propia cuenta —respondió el amante de las aves un tanto ofendido—. Y sí, sí lo hago.

—Dilo completo —condicionó Lui acercándose un poco más.

—¡No te sientas...! —James se volteó con el ceño fruncido para ver a su acompañante, pero la cercanía que este había creado le tomó por sorpresa. Se inclinó hacia atrás ayudándose con sus brazos.

—Dilo completo —repitió el menor, cuyo rostro se encontraba atento al otro, sin embargo había un tinte de súplica en sus ojos. El de mechones negros desvió la mirada hacia el área de juegos.

—Yo... —Inhaló y exhaló de manera profunda, cerrando los ojos en el proceso—. Te quiero.

—A los ojos —exigió el otro—. Dilo completo mientras me miras a los ojos. —James le miró con algo de molestia y pena.

—¡No creas que tienes tanta suerte!

—Por favor —pidió Lui acercándose un poco más, esta vez apoyando un brazo—. Dímelo mirándome a los ojos.

James le observó unos segundos antes de suspirar para tomar valor, se sonrojó un poco antes de hablar.

—Te quiero —soltó mirando fijamente a los ojos anaranjados—. Yo te quiero, ¿de acuerdo?

Observó como los labios de Lui se apretaban entre sí mientras sus ojos se iluminaban cada vez más.

Quedó desconcertado ante el chillido de emoción que lanzó el menor.

—¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! —Lui daba brinquitos sentado mientras tenía las manos en sus mejillas, tenía una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Eres demasiado lindo! —exclamó antes de lanzársele a James, abrazándolo y tirándolo al pasto—. ¡Yo también te quiero mucho! —afirmó antes de propinarle un beso en la mejilla al contrario, quien se encontraba totalmente sorprendido.

—¿Ah? —habló segundos después el mayor, sin saber bien cómo reaccionar ante aquella situación.

—¿Qué? ¿Te gustó?

—¿Eh?

—¿I, o, u? ¿Quieres otro?

—¿Qué?

—Tomaré eso como un sí. —Y dicho aquello, le propinó un beso en la comisura de los labios. Entre risas traviesas, se levantó como rayo para salir corriendo. James parpadeó varias veces en un segundo para después tomar un rostro completamente avergonzado por aquel contacto.

—¡Oye, tú! ¡Regresa aquí! —gritó mientras se levantaba—. ¡¿Por qué hiciste eso?! —reclamaba mientras perseguía a Lui.

La figura de una niña se asomó con cautela por detrás del árbol, observando cómo los otros espectros se iban alejando de la zona.

El Llamado de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora