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Me duele el pecho, puede que por respirar tan rítmica y profundamente. Cada sollozo hace tiritar todo mi cuerpo, y mis pulmones se hinchan y desinflan sin descanso, puede que el oxígeno se quede a medio camino, y por eso me mata el dolor.

Me duele el alma, puede que de tanto jugar con ella. Me quedo sin aliento, me petrifico, y noto como se desvanece. Se me pierde por cada poro de mi seca piel, y no puedo hacer nada por evitarlo. No lucho por mantenerla en mí. Puede que ya no la necesite.

Me duele la vida, puede que por no cuidarla ni mimarla. Últimamente no le presto la suficiente atención, me parece que ya lo he intentado demasiadas veces. Puede que me duela de tanto golpe y tanta caída. Dos tiritas y un jarabe ya no son suficientes para devolverle su estado natural.
Puede que me duela por no regarla, no alimentarla bien, por no vigilarla. Debería llevarla a cualquier otra parte, donde sepan qué hacer con ella y cómo salvarla.

Me duelo, puede que de tanto escribir y dejar libres mis males. Cada parte de mí, cada trozo, cada pedazo se marchita acompasadamente, no dejan espacio para un respiro, se pudren, se secan.

Me dueles, puede que por no tenerte aquí. Y sin tu presencia ni tu cariño, no hay quien me arregle.

801.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora