Existe una niña en el centro de la tierra, de ojos oscuros como el vacío del espacio y el hueco más hondo. La niña no tiene nombre, puedes otorgarle el que desees. Para ella, estará bien. Sea de hombre o de mujer, como la constelación que más te guste también. Ella sólo se sentirá especial porque se lo otorgaste tú, se siente especial, porque la creaste tú. Su cabello no le importa, hasta que se mira en el espejo, y no se reconoce. Se mira, se detalla, dice lo que le gusta y lo que odia, y ella sólo lo dice al aire, que la rodea y le hace sentir aquí, pero ella no sabe que decir ya, que lo ha visto todo. Que ha dicho todo. Ella sólo está allí, repitiendo el nombre sin más. Los días oscuros son extraños, ya que deja de verse en el espejo y sólo tiene la mente para recordar, recordar recordar. Ella repite las palabras que le hacen sentir más, aquellas que debe recordar, recordar recordar. Ella ha crecido sola, y a la vez, en custodia. Ella conoce su mundo, y a veces lo olvida. A ella le gusta re cor dar. Para que eso no ocurra seguido. Pero ella conoce la constancia, ella sabe como son las cosas, ella conoce las personas. Pero se deja engañar, engañar engañar. Piensa que tiene autoestima porque nunca ha dejado de acariciar su piel en vez de dejarla como un trapo más. Ella trabaja duro en la forma en la que le miran los demás. Ella quiere ser tuya. Ella se recuerda de manera normal, como el gris del cielo al lloviznar. Ella sólo quiere que le otorguen el nombre nada más, y por ello, te escuchará, escuchará y escuchará. Paciente, amable, y clara. Ella habla con claridad, se confunde en palabras pero se regaña, regaña y regañan. Ella sabe que la gente la oye, pero ella no sabe oírse. Ella sabe que la gente la mira, pero ella no sabe observarse. Hace las cosas sin pensar, pensar pensar. Ella sólo quiere ser especial nada más. Ella ha tenido pesadillas, reales y a veces las imagina. Ella crea un mundo que sostiene, para que nadie más la sostenga. Ella se cansa, pero se da aliento, no sabe por qué, no sabe por qué. Sólo lo hace, llamando al instinto y escribiendo inocencia, hasta el final. Ella no sabe cual es el final, ella no sabe parar, parar, parar. Ella no sabe presumir, ni le gusta aunque sea ilusa en ello, ella solo sabe lo que tiene y lo hace saber. Ella nunca llama, nunca alerta, ella no sabe sus consecuencias, sólo espera, espera y espera. Ella tiene un toque anormal, donde los ojos se desbordan y están atentos, su alrededor es su denominador y ella no entiende, por qué no lo hace suyo. Ella sólo es una parte más, más, más. Ella quiere sentirse en paz, pero nunca conoció nada igual. Ella conoce la guerra, y lucha, ella lucha con todos y con nadie, con algo y con nada, ella sólo aprendió a luchar. Ella no conoce nada más, ella sólo quiere ser normal. No. Ella quiere que le llamen de forma única y atenta. Ella quiere muchas cosas, y a la vez no pide nada, ella calla, calla, calla. Ella sabe agradecer lo que tiene, y lo que no también. Ella puede darte el brazo, sólo sostente, ella está dispuesta, pero tiene miedo, mucho miedo. Y no sabe por qué. Solo siente. Ella ansía seguridad, ella te cuida como nadie la ha cuidado, y algunos dicen que eso es malo, pero ella también es necia. Ella quiere hallarse porque esta cansada de estar perdida. Ella tiene un mapa con la que se guía, pero a veces se arruga de tanto que lo usa, usa, usa. Ella no quiere ser usada, ama ser amada como ella ama a los que ama. Ella ama, ama, ama. Ella se disculpa, honesta y con vergüenza, ella no quiere hacer nada malo, a nadie, ella no sabe si se hace algo malo. Ella no conoce el odio, hasta que lo siente, y lo detesta, como el sentirse sola. Ella se conoció sola, ella aprendió sola, pero no quiere sentirse sola. Ella llora cuando duele, ella sabe todo tipo de dolor, y sólo dejar salir lagrimas ocultas en sus manos. Ella se las seca con paciencia, pero prefiere la ternura, ternura, ternura. Ella adora que le recuerden, como ella se recuerda o intenta. Ella adora al que le colocó el nombre, y ama que lo diga en voz alta, muy alta. Aunque ella prefiere susurrar, ella sólo murmura, y sonreír es algo que no ha aprendido frente al espejo, pero no ha terminado de saber el motivo. Ella quiere ser un motivo, propio o ajeno, ella sólo quiere sin pedir.Ella sólo quiere vivir y sentirse viva. Pero más que nada, ser feliz.
Feliz.
Feliz.