4: Un mal hábito

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Risu estaba tirada en el suelo de "su gimnasio", mirando al techo, pensativa. Se había despojado de su uniforme, quedándose simplemente con el sujetador deportivo negro y unas mallas apretadas del mismo color que le llegaban hasta los gemelos. Estaba empapada en sudor, incluso el suelo de alfombra gris estaba tiñéndose de un tono más negro. A sus costados estaban las mancuernas no muy lejos del alcance de sus manos, pero lo suficientemente alejadas como para que tuviese que levantarse a cogerlas.

"Durante estos días dejarás de entrenar con los chicos."

Esas palabras seguían quemando su cabeza. No sabía qué hacer al estar tan temprano en su casa, no tenía sueño, no estaba cansada, lo único que sentía era un ligero dolor en sus isquiotibiales y la parte baja de la espalda. También alguna que otra agujeta en su hombro izquierdo y antebrazo, sumado al dolor de su mano derecha, que se estaba volviendo a hinchar. Sí, realmente estaba hecha mierda, mucho más de lo que quería aparentar.

- Mierda... - Murmuró una vez en voz baja. Su pecho subía y bajaba con velocidad en busca de aire para sus pulmones –. ¡Mierda! – Esta vez gritó con rabia, incorporándose –. ¿Qué hago?... No puedo perder tiempos... ¡Simplemente no me lo puedo permitir!

Oteó por el cuarto en busca del único papel que descansaba sobre la plancha de las pesas de barra. Se levantó para cogerlo con un par de movimientos, leyendo el "planning" que la entrenadora le había formado.

- Correr... ¡A correr!

Cogió su chaqueta que colgaba del pomo de la puerta y se le puso sin abrochársela si quiera. Bajó hasta el recibidor y se colocó sus medias y unas zapatillas ligeras hechas para correr. Tras agarrar las llaves y su móvil salió de su casa, cerró la puerta bajo llave y salió a correr hasta que le diese la hora natural de volver a su casa.

- ¡Vamos, Hinata! – Animó Suga al ver como Kageyama levantaba la pelota para él.

El pequeño pelinaranja se elevó por encima de la red y remató con fuerza contra la línea de fondo, dándole de pleno a la botella de agua que servía como objetivo.

- ¡Kageyama, Kageyama, eso ha sido tan PUUM! – Exclamó emocionado el pequeño.

- Sólo te ha hecho falta el triple de intentos que al resto, pero lo has logrado, enano. – Se burló Tsukishima, mirándole con aire de superioridad y la barbilla alzada.

- Ahí empiezan de nuevo... - Murmuró ya acostumbrado Daichi.

- Parece que tenemos una visita... - Balbuceó Asashi al mirar hacia la entrada del gimnasio, encontrándose con la figura de Risu mirándole.

- ¿Qué hacemos?... – Se preguntó el capitán al verla parada justo en la entrada.

- ¿Deseas algo? – Preguntó cordialmente Suga, manteniendo una amable sonrisa en su rostro.

Risu titubeó un segundo. A decir verdad ni sabía cómo había llegado hasta ahí, simplemente siguió su remarcado instintito, y ahora estaba encerrada en una encrucijada.

- Me... Me gustaría jugar. – Respondió la chica tras un segundo de duda, apretando ligeramente su mano derecha para darse confianza, ya que lo único que se esperaba era un rechazo rotundo y muy lógico.

Suga miró a Daichi, y este a Ukai, formando una cadena de preguntas sobre qué hacer en esa situación.

- ¿No entrenas en tu instituto o es que ha pasado algo? – Optó por intervenir Ukai, acercándose un poco a la chica.

- El entrenamiento femenino terminó hace más de una hora. – Contestó Risu. Aún jadeaba un poco para lograr oxígeno.

- Um... No es que no quiera, pero debería de asegurarme de que te permiten jugar, esto puede causar varios problemas si no tienes permiso... Aparte, ya es bastante tarde para que vayas por ahí sola, y no pareces estar en las condiciones más óptimas... - Dudó el entrenador al mirarla de arriba abajo, cayendo en que ni si quiera tenía el uniforme de prácticas y que iba con medio abdomen al descubierto.

Haikyuu: Shiratorizawa /#Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora