26: No peleas solo

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Cayó de rodillas adolorida. Nunca había sentido tanta fuerza proveniente de una chica, y nunca creyó tampoco que caería como si se hubiese interpuesto en uno de los remates de Ushijima.

En él pensó en ese mismo instante.

¿Qué le diría después de tanto tiempo sin hablarse? ¿Tendría el valor necesario para volver a hacerlo? Imposible, ni mirarle a la cara podría, no después de ver como la pelota giraba inmersa en su propia rotación en el mismo lado que Risu protegía.

Nunca podría mirarlo como una perdedora, porque ya no habría más posibilidades para ella de tenerle cerca. Qué tonta fue, quiso pelear como una amazona, y perdió como una niña.

Un poema que llega a su final.

Una novela que termina.

Una batalla que se decide.

Valientes guerreras que disteis vuestro todo a la causa, que tan cruel final os esperó.

Cayeron desoladas a lo más profundo del Hades; el Tártaro se volvió su casa bajo la suprema mano del Señor de los Infiernos.

Miserable fin para almas puras que lucharon con honor y la cabeza en alto, pero que en su afán por desafiar a las Diosas acabaron en el barro, llenas de sueños destruidos y esperanzas rotas.

- Ri-Risu... - Balbuceó Miura, cayendo de rodillas frente a la chica, rodeándola con fuerza, estrujándola entre sus brazos –. L-lo siento... Y-yo... - Intentaba disculparse, pero su voz estaba quebrada, apenas podía formular palabra alguna.

Risu no reaccionaba. Sus ojos centellantes y vivos se apagaron, cayeron muertos presas de las batallas. Miraban hacia el frente, pero no divisaban nada. Un horizonte oscuro se formuló ante ella, caótico, déspota.

Entre todas lograron levantar a su estrella para dar el saludo final, compartiendo ánimos hacia las campeonas, y estás devolviendo las adulaciones sinceras.

- Ojalá tengamos otro duelo, Nanazaki. – La débil voz de Takatoshi intentó animar a Risu, pero ella ya no oía nada más que el tenue sonido de la derrota.

El paso por los vestuarios fue duro. El silencio, las pausas, las lágrimas... Todo se mezclaba en un cóctel al que no hacía falta agitar.

Risu salió la primera, no podía permanecer ahí mucho más tiempo, estaba en caída libre y no quería estrellarse frente a sus compañeras, a sus fieles aliadas que dieron todo en la batalla.

- ¡Pequeña Risu! – La llamó una voz cantarina.

- Sentada sobre el suelo, derrotada, débil... ¿Algo más que nos quieras decir sin abrir la boca? – Esta vez habló una mujer. Una mujer cruel que sonaba despiadada con cada sílaba que articulaba.

- El camino terminó. Tú misma has cavado tu tumba que finalizó tu andadura. La libertad te ha sido despojada. En la tierra ya no mandas, y tampoco puedes volar. ¿Sabes lo que significa? – Habló la voz cantarina, mirando con una irónica sonrisa en sus labios a una vencida Risu.

- Sé lo que significa... - Articuló Risu, intentando controlar su llanto –. Dejadme al menos que termine el año... No quiero irme así sin más...

- ¡No hace falta que te vayas, Risu!

Las tres mujeres apuntaron sus miradas hacia la misma dirección.

Detrás de Risu se erigía Ushijima, enorme e imponente, protector con la persona a la que amaba.

- ¡Risu tiene un talento que nunca más se volverá a ver, no se le puede cortar sus alas así sin más! – La defendió. Su voz grave y dura llenaban de nuevo los oídos de Risu, haciéndola sentirse estúpida por haberla esquivado durante tanto tiempo –. ¡Por favor, permitidle seguir jugando! – Imploró, agachando su cabeza ante ambas mujeres.

La mayor, una mujer de cabellera anaranjada, larga y sedosa deslizó fría sus ojos claros desde Ushijima hasta la mayor de sus hijas.

- Ocúpate tú, Tora. Ya he perdido demasiado tiempo aquí. – Se limitó a decir la mujer. Ushijima levantó la cabeza para toparse con una chica mayor que él en edad, pero mucho menor en estatura.

- Risu, márchate y deja a los mayores hablar. – Ordenó Tora, indicándole con un movimiento de cabeza a su hermana que se marchase. La menor miró a Ushijima, y él asintió en silencio y una tibia sonrisa en su rostro, como intentando decirle que todo saldría bien.

- Habla libre. – Pidió el capitán una vez Risu se marchó.

- Has dicho que mi hermana posee un talento que nunca más se verá, sin embargo ha perdido de manera estrepitosa. ¿Por qué? ¿Acaso no posee un Don superior al resto?

Era aterradora. Esa muchacha de metro setenta, cuerpo voluminoso, sonrisa fría, cabellera anaranjada, muy larga y con mucho volumen, pero sobre todo, ojos azules, eléctricos y gigantes lograba sacarle los miedos incluso a Ushijima.

- Lo posee. – Afirmó tras un segundo de silencio –. Pero recién es su primer año enfrentándose a los más fuertes. No posee la experiencia que el resto de sus rivales. Los que juegan al otro lado de la cancha también son personas que poseen talentos sin parangón. Sólo ha de curtirse, librar más batallas, seguir creciendo.

- Perdió, ¡U-shi-ji-ma! – Pareció burlarse, mostrando esa sonrisa fastidiosa y tétrica –. Si ella posee una habilidad sin igual, ¿quiere decir que la derrota ha sido culpa de su equipo? ¿Son ellas las que no están a su altura? En Tokio hay equipos muy poderosos, nos sería fácil controlarla si jugase ahí. ¿Te sentirías bien si fuese así?

- ¡Nunca! – Reprochó –. ¡Ella quiere ser libre, poder expandirse sin cadenas que la aten a la tierra! Ella puede pelear en el aire, lejos de un mundo donde personas como tú o como yo nos arrastramos. Atándola y limitándola sólo la volverá una mediocre...

- Vive sola, Ushijima. Le hemos permitido todo este tiempo que viva sola para que "sea libre", y sólo se le dio una condición, y fue demostrarnos que si dejábamos que su talento floreciese, ella ganaría. ¿Qué pensará el mundo si la seguimos dejando sola y sigue sin ganar? Eso perjudicaría a nuestra familia, ya nadie nos vería como los ganadores que somos.

- No se pueda ganar nada en un año. El camino de los jugadores es largo, infinito diría... Cada vez que se supera un muro se encuentra otro justo enfrente, y si se pierde, la experiencia que se gana es aún mayor... - Reprendía Ushijima, intentando controlarse, pero aquellos ojos tan oscuros e inexpresivos parecían leerle la mete y usarlo en su contra.

- No te excuses, Ushijima. Cuando este torneo termine tú te irás a la universidad, y seguramente irás al extranjero, ¿no? – Intuyó la chica, acertando de pleno, riendo al ver el rostro colérico del chico –. Imagina que la dejamos aquí, en Shiratorizawa, un equipo que se verá desmantelado cuando sus jugadoras de tercer año se vayan, donde los chicos de tercero se irán... Donde incluso tú te irás. ¿Crees que podrá levantarse? En cambio, si nos la llevamos a Tokio y la controlamos desde la casa familiar, el desmorone no será tal, e incluso dejaremos que os veías durante las vacaciones y que continuéis con vuestra relación. ¿Qué te parece la propuesta?

- La deniego. – Le costó decirlo, pero gracias a ello pudo sorprenderla –. Porque ni ella ni yo podríamos vernos si eso acaba así. Quiero que sea libre, que ande por su propio camino, que descubra todo por su propia mano. No deseo acapararla, atarla, controlarla. No me lo permitiría a mí mismo, sería insultante para ella... Deseo que ella conozca todo por sí misma, crezca y absorba todo lo que la vida le enseñe...

Tora permaneció en silencio, manteniendo sus ojos centellantes sobre Ushijima y su sonrisa irónica sobre sus labios. En cuanto él acabó de hablar, ella emitió una mueca seguida de un sonido de risa:

- Nunca cumpliré con tus deseos, Ushijima. Estás solo, no tienes poder para obligarme a nada. Estás en un escalón distinto. Sobre Risu, tú no tienes poder. – Dijo sin piedad, pero con voz cantarina y sonrisa en su cara.

- ¡Él no está solo!

Ambos miraron hacia atrás, hacia el lugar provenientede aquella voz que chilló desde el fondo del pasillo, sorprendiéndose al ver aesa persona correr hacia ellos.    

Haikyuu: Shiratorizawa /#Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora