Conociendo a Sherlock Holmes. Parte V

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Nos encontrábamos bajo la mirada de Watson. Me levanté y me fui de nuevo a la cama. Sea lo que fuere que aquellos hicieran esa noche yo no quise enterarme. Los murmullos se escucharon hasta cerca del amanecer.

Los meses fueron pasando a una velocidad de vértigo. Sherlock y yo habíamos escapado un rato de la mirada asesina del doctor. Cada vez teníamos menos tiempo para vernos. Yo había empezado a repartir periódicos (vestida de chico) y Holmes había vuelto a las andadas de sus casos. Aquel día se estaba convirtiendo en una tarde para nosotros solos, y yo, tenía planeado algo MUY especial... Watson no aparecería hasta la mañana siguiente. Tenía tiempo suficiente para todo.

Había ahorrado algo de dinero con los periódicos y haciendo algún que otro recado. Compré un vestido espuma de mar con detalles dorados y unos tacones a juego que se ataban desde la mitad de los gemelos hasta el tobillo. Recogí mi pelo en una cinta roja y pedí a la señora Hudson que hiciera una comida especial. Cuando llegué al salón me lo encontré en penumbras, a excepción de dos velas encima de la mesa. Me senté esperando el regreso de Sherlock. Pasaron los minutos y escuché su rítmico caminar. Se saltó el último escalón y abrió la puerta.

La comida pasó a un segundo plano, nos concentramos en nuestros labios, en nuestra respiración. De forma torpe le conseguí desabrochar la corbata. Las manos me temblaban y sentía que en cualquier momento el corazón me estallaría en confeti. A penas había comenzado a desabrochar los dos primeros botones de su camisa cuando llamaron a la puerta. Holmes en un par de segundos se había arreglado y se dirigía a abrir la mientras se peinaba su indomable pelo negro. Yo hice lo que pude, alisé el vestido y recompuse el lazo justo antes de sentarme en la silla como si no hubiera pasado nada. Watson entró sonriendo afable- y se sentó en la tercera silla del salón.
-Interrumpo algo?- No, no, nada querido.- mi voz sonaba pastosa y molesta.- Por cierto, nunca nos has dicho tu edad...- mierda! No quería llegar a ese lado- Tendrás 21?- 17...- Oh! Caramba! Que joven!- dijo lanzándole una significativa mirada a Holmes. -Bueno Watson qué tramas?!- Yo?- dijo levantando las cejas- no tramo nada- Me empezó a doler la cabeza y me levanté molesta- Tienes esas pastillas para dormir?- Se levantó, llegó a su cuarto y volvió con un pequeño frasco de cristal - Tómalas delante mía. - No te fias? - Su gesto lo confirmó. Me las llevé a la boca y bebí de un vaso de agua. Watson se quedó satisfecho pensando que yo estaría dormida en menos de 5 minutos. Sin embargo, después de haber vivido allí durante casi cuatro meses conocía lo suficiente a Watson como para saber cada uno de sus gestos. Era un hombre predecible y sabía que planeaba algo... Guarde las pastillas en un moflete y me fui a la cama.

Cerré la puerta y esperé a que empezaran a hablar. Holmes no era tonto, se aseguró de que estaba dormida y aún así tardaron mínimo una hora en empezar a hablar.

Lo primero que escuché fue el susurro de Watson.

-Qué piensas hacer?
-Nada
-Nada?
- Es obvio querido Watson. Tengo un encargo. Un cliente...
- No le entiendo
-Recuerda la noche que la encontré?
-Claro
-El día anterior me advirtieron de su llegada. La tenía que vigilar. La situación que se propició fue un mero descuido. Esos hombres se supone que tendrían que haber estado sobrios... La tenían que haber asustado o seguido...
-Tiene quince años por Dios! Qué hubiera pasado?
Holmes guardó silencio

- No me digas -siguió John- que es como en aquel caso...
-Si, es algo parecido
Escuché como servían más whiski. Casi podía ver el temblor fúrico en las manos del doctor. Y entonces lo recordé. El caso... Aquel puto caso en el que Holmes se llegó a prometer con una criada con tal de obtener información. Todo lo que había dicho me había dolido, pero había mantenido la esperanza de que fuera por engañar a Watson.

Cogí pluma y tinta y empecé a escribir:

Querido Holmes,
Gracias por abrirme los ojos. Tu conversación con nuestro amado doctor me ha resultado esclarecedora.
He recordado el caso... Hace mucho tiempo que lo leí...
Debí de haberme quedado en mi realidad, en mi época.

Lastimadamente, siempre tuya:
Clara

Aferré el giratiempo y desaparecí

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