Capítulo 28. "No puedo mirarte y no sentir ganas de intentarlo contigo"

45 8 0
                                    




—¿Podrías dejar de sacar vestidos del armario, Lu?—me dijo Frédéric a través de la pantalla.



Quedaba un día para celebrar el año nuevo, y qué menos que empezar ya con los preparativos. Peige estaba muy ilusionada de que este año lo pasáramos junto a ellos y por ello, nos había llevado días antes a Alyssa y a mi al gran centro comercial a comprarnos ropa. Era interesante, en cierto modo, (y no por la ropa, ni por bienes materiales) estábamos acabando de empatizar con Peige. Es decir, si teníamos algún problema en el colegio, ella es la que se encargaba de solucionarlo, si teníamos algún que otro secreto, normalmente nos lo guardaba, juraría que pasaba más tiempo pendiente de nosotras que del propio Theodore.

—¡Mira, mira! —me giré hacia la pantalla del ordenador mostrándole los dos nuevos vestidos a mi hermanastro.—¿Cuál te gusta más?

—El blanco, te sienta bien el blanco.

—Peige nos ha llevado de compras. —me dirigí al escritorio y me senté de nuevo para establecer con Frédéric una mejor comunicación visual.

Porque sí, desde que volvimos de París aquel día y decidí enviarle un mensaje, no hemos ni querido ni podido dejar de hablar. El caso es que me transmite muchísima confianza, supongo que ésta es la clase de hermanastro que pensaba que tendría aquí en los Estados Unidos.

Y me encontré todo lo contrario.

—¿Peige no era tu madrastra?

—Y lo es. Oye, ¿pasaréis el año nuevo con Adeline?

—Viene a cenar y lo más seguro es que pase aquí la noche.

Ví a Virginie, mi otra hermanastra y a la vez, su hermana biológica entrometerse en la pantalla del ordenador y a su vez, en nuestra conversación.

—¡Te has comido las palomitas! —exclamó.

—¡En la despensa hay más!

Frédéric me ha contado muchas cosas sobre él y su familia: para empezar, la mujer rubia que ví presente en los cuadros de la entradilla de la casa, era su madre; lo supuse desde un principio pero nunca se lo llegué a comentar. Por lo visto falleció hace muchos años y eso a Clément lo dejó muy mal, hasta el extremo de entrar en una duradera depresión, según Frédéric ahora está muy contento de haber conocido a una persona cómo Adeline.

Es decir, haberla contratado, porque he de recalcar que todo empezó con una entrevista de trabajo para secretaria del jefe de una empresa de aspiradoras...

También me contó que Virginie y él tenían una buena relación tan sólo cuando Clément estaba delante por tal de no crear problemas en la casa y, en efecto, en él. También que la mujer de color que nos atendió hace días en su casa se llamaba Oswalda y que hace un tiempo su hermana Janesse se fue a vivir a su casa a cambio de cocinar, Clément estaba tan ocupado que al final siempre acababan comiendo pizza fría. Actualmente vive con ellos, lo cierto es que yo no la ví.

También me dijo que hace un tiempo tenían un yorkshire terrier y se les murió, desde entonces Clément no ha querido tener otro perro pero Virginie y él lo están deseando.

Y por último, pero no menos importante porque fue lo que más me interesó, fue que aprendió a tocar el piano en una escuela a la que le apuntó su padre hace años. Aún sigue en ella y por eso toca tan bien. Virginie hacía ballet pero se marchó del estudio por problemas físicos causados por el esfuerzo.

Que alguien me de la dirección de esa escuela de piano; si todos tocan cómo lo hace Frédéric, cojo el primer avión que salga para Paris y me quedo allí a vivir de nuevo.

LucienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora