Capítulo 13. Alyssa... ¿con miedo?

54 6 0
                                    

—Y Mrs. Rachel me obligó a pedirle perdón a Dakota por pegarle. ¿Te lo puedes creer? He perdido la batalla. —me comentaba Alyssa mientras le enjabonaba su pelo rubio.

Theodore me había pedido bañarla antes de ir a cenar, había reservado en un restaurante en el centro, además a ambas nos venía bien pasar un tiempo a solas ya que en esta semana apenas habíamos podido hablar, Peige se empeñó en recogerla del colegio.

—Y Peige no hacía más que fardar con sus amigas de hija nueva. Son todas unas pijas. —Alyssa soltó una pequeña carcajada que sonó encantadora.
—Cierra los ojos. —le dije cuando cogí la alcachofa de la ducha para enjuagar su cuero cabelludo.
—¿Y Ayron? —me preguntó, algo más bajito, y cogiéndome completamente por sorpresa.
—¿A qué viene esa pregunta? —cerré el grifo y dejé la alcachofa por encima, cogí una pequeña toalla y enrollé a Alyssa en ella.
—Tenéis algo, ¿verdad?
—No. Él está con Stacey.
—¿Cómo sabes eso? —me preguntó enarcando una ceja. Ya empieza con las preguntitas...

En realidad, no tenía del todo claro si estaban juntos. Es decir, se habían besado pero, él y yo también nos hemos dado un beso y no somos nada.

Bueno sí, hermanastros.

—Los he visto juntos. Vístete.
—Bueno, yo también os he visto juntos a vosotros.

Niña del demonio. ¿Por qué siempre tiene tanta razón?

—Le tienes asco, ¿verdad? —me miró con cara graciosa y yo reí.
—No es eso... Es...
—¿Más o menos que yo a Dakota?

Sin dejarme tiempo para responder, Alyssa cogió unas bragas de su bolsa de aseo y se las colocó. Vestía con una bata inmaculada blanca cuando ambas cruzamos el pasillo, cada una en dirección a su dormitorio.

Abrí la puerta del armario y saqué un vestido azul con algo de vuelo y uno rojo un poco más pegado. Me probé ambos por encima y me miré en el espejo. Sin duda debía escoger el azul, era más apropiado para la ocasión y creo que si Theodore me veía con el vestido rojo, era capaz de mandarme a mi habitación a cambiarme.

Y no, no quiero eso; mucho menos delante de Ayron y Alan.

Me coloqué unas medias transparentes del color de la piel, y luego me vestí con el vestido azul; deslicé mis zapatos por unos planos negros y me senté en el tocador que descansaba en una esquina de mi habitación.

Peige había acertado de pleno con mi habitación. No voy a negar que se me hace raro tener todo esto para mí sola, en Francia Alyssa y yo nos veíamos obligadas a compartir dormitorio, teníamos lo justo y necesario ya que Adeline tenía menos recursos económicos, pero esta casa... Esta casa es realmente asombrosa.
Después de cepillar mi pelo y maquillarme un poco, salí del dormitorio intentando dejarlo ordenado. Cuando crucé el pasillo encontré la puerta de mi hermana entreabierta, mirándose en el espejo que Peige también había comprado para su habitación.

—¿Estás lista? Mamá y papá nos esperan.

Alyssa se giró y me fulminó con la mirada, aunque no sólo fue enfado lo que sus ojos me transmitieron. ¿Confusión? ¿Decepción, quizás?

—Peige no es nuestra madre.

Me quedé en silencio. ¿Qué se suponía que debía decir?

—Nuestra madre está en Francia. Y lo sabes. —no satisfecha, continuó hablando. —¿Por qué la has llamado así?
—No lo sé, Alyssa. Me ha salido decirlo así.

Esta vez fue ella quién calló y al cabo de unos segundos de incómodo silencio entre ambas me miró.

—Tengo miedo. —me dijo, directamente a los ojos.
—Tú nunca tienes miedo. —le dije, haciendo el intento de... bueno, de lo que fuera.
—Pues ahora sí lo tengo.
—¿De qué tienes miedo?
—De acostumbrarme a esto, de verlo como algo normal, de sentir esta casa cómo mi casa, esta habitación cómo mi habitación, al igual que tú. Nuestra vida está en París, Lu. Lo sabes tan bien cómo yo. ¿Por qué tenemos que estar aquí?
—Ya sabes por qué, Alyssa. No podemos hacer nada, cuando cumplas los dieciocho podrás elegir dónde estar y con quién. Por el momento, no tenemos otra opción
—¡Lu, Alyssa! —la voz de Theodore nos interrumpió desde la planta baja. Creo que estábamos tardando más de lo pensado.

—Lo odio. —saltó Alyssa, con el mismo tono pícaro de siempre.

Yo reí, lo necesitaba. Qué raro era ver a mi hermana con miedo. Estamos hablando de la chica que se montó en la montaña rusa más alta de Francia un par de veces.

Yo... bueno, yo acabé echando el almuerzo.

—Vámonos, anda. —le dije cuando Theodore no paraba de llamarnos.
—Sí, con un poco de suerte hoy Theodore se ahogue con la comida.

¿Qué estaba mal con Alyssa? Aun así, no pude evitar reír por sus pensamientos agresivos hacia nuestro padre.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
LucienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora