Capítulo 31. Quiero hacerlo.

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Nuestro siguiente día había empezado cuando la misma mujer asiática de ayer tocó a nuestra puerta desalojándonos de nuevo de la habitación para ordenarla.

Después de terminar de desayunar y ponernos la ropa de baño, habíamos partido hacia la playa a pasar el día. Comimos en un pequeño bar en el que servían sólo pescado, (cómo no, Alyssa puso pegas porque odiaba el pescado)

Luego habíamos vuelto al hotel y habíamos pasado algo de tiempo en la piscina y después de ducharnos y vestirnos, aquí nos encontramos: apoyados sobre una pared de piedra esperando a que Theodore encuentre una mesa para sentarnos en un restaurante cerca de la playa.

—Estoy cansada de esperar. —se quejó por quinta vez consecutiva Alyssa.—¿Cuándo vamos a comer?

—Dentro de poco, Alyssa... No te quejes más, por favor.

Ni Peige ni Alan hablaban, mucho menos Ayron, todos estaban en un continúo silencio excepto Alyssa y yo.
La cosa estaba tensa, al menos si con los dos gemelos.

Por una parte, Alan y yo apenas habíamos hablado en todo el día, desde que pasó aquello en la playa ninguno hemos sido capaces de dirigirnos la palabra y eso me incomodaba. La verdad es que me llevaba bastante bien con él, probablemente mejor que con Ayron. ¿Cómo íbamos a tener el mismo buen rollo de siempre ahora que sabía sus sentimientos hacia mí?

Por otro lado, tenía una conversación pendiente con Ayron y no creáis que no había intentado aclarar mis sentimientos hacia él, pero siempre que hacia el amago de hablar con él me ignoraba o simplemente se marchaba. También, ayer, Peige y Theodore durante la cena en el hotel no dejaron de pelear. Ninguno de los hermanos sabíamos el motivo pero no han vuelto a hablar desde entonces. Resumiendo, que la única que se libraba más o menos era Alyssa, y tampoco mucho, papá le gritó repetidas veces anoche porque no se decidía con la comida y había gente quejándose en la cola.

Si, las vacaciones familiares no estaban resultando tan familiares.

—Por ahí viene papá. —intervino Ayron pasados unos minutos, y era la primera vez que lo escuchaba hablar en las últimas veinticuatro horas.

¿Os podéis creer que todavía no acababa de acostumbrarme a escuchar a los gemelos hablar como «papá» de Theodore?

Todos miramos hacia mi padre, el cual hacía gestos (un poco ridículos) para que nos adentráramos en el restaurante. Parecía ser que había encontrado mesa.

—¡Por fin! —gritó Alyssa.

Y eso hicimos, nos metimos en el restaurante y nos sentamos en una pequeña mesa de esquina, lo justo para poder comer los seis.

—¿Os apetece ir después a una feria que están organizando aquí al lado? —Peige rompió el silencio que parecía interminable y en aquel momento incluso lo agradecí.

––¡Sí! —exclamó mi hermana. Al parecer ella era la única que tenía ganas de hacer cosas en la familia.

—No podemos, mañana partimos temprano hacia Nueva York. —intervino papá.

—Oh, Theodore; no seas aguafiestas...

—Sólo será un rato. —contestó Peige.

—Venga, papi... sólo será un ratito... —Alyssa hizo pucheros.

¿Por qué a todos les apetecía ir a esa feria menos a mi?

—¿¡Ustedes no me pensáis echar una mano!? —gritó Alyssa, hacia nosotros tres.

¡La que necesita ayuda con su vida sentimental soy yo!

—¿A ustedes os apetece ir? —Preguntó Theodore.

LucienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora